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7 cosas que el ojo de Nuno no ve (o no quiere ver)

25/09/2015 - 

VALENCIA. Un simulacro de equipo que sabe a lo mismo que estar cenando acelgas durante un mes. Mestalla, ¿por qué eres tan intensita y te revuelves tan rápido en lugar de ser indolente, indiferente, ante un equipo con epidermis de mármol (por el precio, digo) e interior de blandiblú?

Presencio un enfrentamiento de ideas entre los que creen, creemos, que el presunto catarro de juego y resultados es solo el síntoma de un colapso más preocupante en el sistema inmunológico del club; y entre los que creen, creemos, que con mayor visión y mejor trabajo táctico este paciente dejaría de tener esa cara de muerto que se le ha puesto y recuperaría el vigor del equipo que hace unos meses tenía salud, tenía efervescencia. Una cosa sí, la otra también. Y en una y otra Nuno es protagonista por acción u omisión.


1. Cómo es posible si dirección deportiva y entrenador comparten casi casi hasta la sangre que la planificación encaje tan poco con el planteamiento del técnico. Normalmente la causa de esos desajustes viene dada cuando el director deportivo y el entrenador no se llevan. Lo paradójico aquí es que se llevan tan bien, demasiado, al punto de que la subordinación de Nuno a Mendes acaba perjudicando a todos. Parecería que el ideólogo de esta plantilla se lleva fatal con el míster. O Nuno ha sido poco exigente con los suyos o tiene en la cabeza una idea de plantilla que luego no sabe trasladar a la realidad. O las dos cosas.

2. Cómo se le ocurre a Nuno lanzar tras la pifia en Cornellà el mensaje de que su amistad y el compromiso personal con los jugadores está por encima de todo. No es un mensaje lanzado al azar, entiendo, si lo hace es porque necesita reforzar sus lazos con ellos, reivindicarlos. Y es cuando aparecen los primeros indicios de que a este vestuario se le ha dejado ser cómodo. Me da igual los mensajes en público. Lo trascendente son los hechos en privado. Los contratos renovados desde la inflación sentimental son el mejor, o sea el peor, ejemplo.


3. Y la meritocracia. Cómo se dinamita la competición del mérito insistiendo hasta el descaro con un futbolista, Rodrigo, al que el mejor favor que se le puede hacer es dejarlo sentado unas semanas para restarle una presión multimillonaria. El curso pasado Rodrigo dejó de jugar cuando demostró que tenía el norte en el sur, pero esta temporada, y en otro viraje en los acontecimientos, la insistencia con Moreno es señal de injusticia.

4. Cómo ha cambiado tanto Nuno en su gestión de las relaciones ante el público. Debieron creerse en Río Ave pensando que ante las borrascas la mejor manera de no mojarse era escondiéndose bajo un árbol, como si tapándose de la realidad ésta fuera a omitirse. Resultado: todo el tormentón sobre la crisma de Nuno. Tan participativo en las victorias como hosco en los empates (derrotas ha tenido pocas). Un máster en perder popularidad mientras ganaba poder. El club debía haber asumido que el rol público de Nuno no era solo el de entrenador, pero en lugar de eso Espírito encriptó tanto sus mensajes que se le entiende mejor a Neville que a él.


5. Cómo se le ocurrió a Nuno someter a la plantilla a un carrusel de cambios cercanos al sinsentido cuando la temporada estaba solo empezando. Ha prolongado el stage de verano dos meses más y ha confundido a su equipo hasta el extremo de ser lágrima andante. No es una cuestión de acusarles de inexperiencia porque el curso pasado los dos primeros técnicos eran pipiolos y consiguieron implantar un estilo y un orden, pero querer administrar Liga y Champions sembrando el caos tiene más de perturbación que de rotación. Este equipo necesitaba rehacer su columna vertebral, no un batiburrillo de futbolistas colocados según una idea iluminada con la que combatir al rival.

6. Cómo puede un equipo que ha gastado más de 60 millones en delanteros, que además tiene al nueve que mejor rinde con España, ser tan estéril allá arriba. Tantas veces parece que el Valencia renuncia a sus delanteros, que su juego es incompatible con sus nueves. Sería una opción táctica respetable si no fuera porque el gasto en plantilla ha dedicado buena parte de los recursos a los delanteros. Están desdibujados, mucho menos útiles de lo que en realidad son.

7. Cómo un entrenador que tenía claro  en su cabeza a qué debía jugar su Valencia (nos podría gustar más o menos, pero habían varios mandamientos solventes), lo desfigura para proponer algo absolutamente opuesto si los futbolista con peso son prácticamente los mismos. Un Frankestein táctico donde ya nadie sabe a qué juega.


Es un Valencia desalentador con todos los signos de seguir de pretemporada, con el problema que donde se encuentra es en el desfiladero, a tiempo de recobrar la vitalidad y el oremus, pero también a tiempo para echarlo todo a perder.

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