La incorporación de Mateu Alemany tiene un buen puñado de derivadas provechosas, puro alborozo...
VALENCIA. La incorporación de Mateu Alemany tiene un buen puñado de derivadas provechosas, puro alborozo.
- Corría la leyenda de que Lim conservaba a pesar de todo una confianza máxima en sus ejecutivos, tanto que una de ellas, Layhoon, se trasmutaba en él a ratos. Una simbiosis, una ligazón uña-carne que haría que jamás los dejara en la estacada… y viceversa. Pues bien, de eso, nada. Lim, como cualquier propietario despistado y en apuros, va experimentando a golpe de ocurrencia. Solo que a los ejecutivos en lugar de destituirlos, los apila. La escenografía en la presentación de Alemany, con Layhoon ausente de la mesa y escondiéndose tras una brevísima introducción, con Murthy desconectado, es un sopapo a su propia obra, un justificado reconocimiento sobre por qué algunos de los causantes del desastre deben hacerse a un lado.
- El aterrizaje de Mateu Alemany nada tiene que ver con las incorporaciones de García Pitarch o Prandelli, su llegada acarrea mucho más, una señal al aire sobre una nueva manera de organizar, de plantear el club. Está por ver, claro, que le dejen, pero sus insinuaciones públicas colocándose en lo alto de la jerarquía ejecutiva deslizan que no viene a pedir cambios de estructura -como reclamó Prandelli- ni a transigir sumiso tal que Suso; viene a hacer esos cambios. Por supuesto el propietario le dejará ejecutarlos. ¿Verdad que todos estamos convencidos, eh, eh?, ¿eh?
- Mateu Alemany reproduce los mismos tics en sus palabras sobre Lim que todo hijo de vecino que ha pasado por la sede central del VCF, en Singapur. Frases que dibujan a un propietario holograma como encerrado en una mazmorra lejana, impedido para viajar a Valenciastán. Es simbólico como los fichajes de Lim hablan de él como un patidor que se desvive por los desvaríos del Valencia, la víctima en lugar del verdugo. Por eso está un año sin venir.
- Mateu Alemany posicionó al Valencia como el club elegido, el único por el que se había planteado renunciar a su vida en Mallorca (una separación traumática de las Baleares, dijo, que ni que Mallorca en lugar de allí enfrente estuviera en Oceanía). Habló del reto que supone venir al VCF. De repente, entre temporadas horribles, se ha convertido ésta en una plaza apetecible para quienes gustan de esquiar por pistas negras, viendo posible la beatificación a poco que lo hagan bien. Ventajas de tener el listón tan bajo.
- Mateu Alemany dijo que no le gusta el populismo pero vertió una frase que llevaba una buena carga de ello. Que la afición del Valencia no sólo está en su derecho de protestar, sino que cuando protesta hace mucho bien. Si en unos meses sigue diciendo lo mismo será un gran paso para la humanidad valencianista, de momento es una sutil manera de desacreditar la postura de la presidenta Chan y del meritonismo, cegados, sin querer admitir que las protestas están más justificadas.
- Exigencia, exigencia, exigencia, señala Alemany. Gloria bendita para un club sometido a un rápido proceso de empequeñecimiento. Tan solo tomar conciencia de qué entidad se gestiona, de su prolífico pasado, de su fuerte impacto social, revela un cambio. Y que sí, que solo son palabras. Cuando las decisiones se tomen desde ese marco, cuando las declaraciones reflejen esa mirada, entonces ya podremos sacar brillo al balcón.
- Más sobre Alemany, que diciendo poco ha dicho bastante. Indicó por ejemplo que el rendimiento deportivo se voltearía si el club y su estructura funcionan correctamente. Es justo lo contrario que las soflamas meritonistas, creyentes de que el desastre era solo una cuestión casual de falta de acierto en el campo, fácilmente solucionable de un día para otra. Enfoques bien distintos.
- Hay algún ligero sobresalto porque el director general sea forastero y no tenga vínculos previos con el club. Un cuestionamiento poco solvente. Hemos caído en la trampa desde hace demasiado tiempo de creer que la incompetencia tenía que ver con la nacionalidad. Pero no, la profesionalidad es independiente del lugar de origen. De Mallorca o de Rafelbunyol, ojalá un tipo serio que cuando el propietario le comunique con nocturnidad y alevosía veraniega que va a vender unilateralmente a la figura del equipo, en lugar de asentir le diga que si lo vende ahí se queda, forever alone en el cortijo. A ver.