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el juego del valencia desespera tanto como el discurso de su entrenador

Cinco meses de excusas y poco fútbol

3/12/2018 - 

VALÈNCIA. Puede que el partido del Bernabeu haya marcado un punto de inflexión en el hartazgo colectivo del valencianismo. La imagen de un Valencia CF timorato, y fundamentalmente sin fútbol, ante el Real Madrid más flojo de los últimos tiempos ha agotado la paciencia de los aficionados que no entienden qué ha pasado con su equipo ni el discurso público del entrenador.

Nadie puede discutir que el aterrizaje de Marcelino en Valencia fue un éxito en toda regla. De ser uno de los peores equipos del campeonato, el conjunto de Mestalla pasó en nueve meses a ser cuarto en liga (con lo que se convirtió en equipo Champions) y semifinalista de la Copa del Rey. Pero, incluso por encima de los resultados, lo que más llegó a ilusionar en la grada era la imagen de un equipo que por encima de ganar o perder siempre daba la cara y vendía muy cara su piel.

Ese equipo ha mutado, a peor. Y no queda casi rastro de él. Los números son incontestables: 20 partidos oficiales, cinco victorias (Real Sociedad, Ebro, Young Boys, Getafe y Rayo Vallecano), el resto diez empates más y otras cinco derrotas. Dieciséis goles a favor y diecisiete en contra.

Hasta ahora sólo la defensa parece funcionar, pero es a todas luces insuficiente para ganar los partidos. El equipo genera muy poco fútbol y, para colmo de males, los delanteros no están viendo puerta. Los titulares, Mina y Rodrigo son voluntariosos pero no efectivos del todo, y los dos fichajes, Gameiro y Batshuayi no son ni voluntariosos, ni efectivos.

Pero centrarlo todo en la delantera sería dar una visión parcial de la cuestión. Guedes no aparece por una pubalgia de la que ha decidido no operarse, Parejo está a mucha distancia del director de juego del año pasado, Kondogbia aún no ha aparecido cercano al nivel exhibido la temporada anterior y Carlos Soler aporta lo que puede desde un costado.

Atrás aguantan Neto, Gabriel y Gayà. Piccini no ha surtido efecto y su hueco lo ha ocupado un futbolista que venía para el centro del campo, Daniel Wass, mientras que la plaza restante de central se la van turnando el siempre renqueante Garay y el recién llegado Diakhaby.

Este es uno de los motivos que explican el bajo rendimiento del equipo en el año del Centenario. Si bien se acertó en casi todas la incorporaciones (a excepción de Andreas Pereira en verano y de Vietto en invierno), este año no hay una sola incorporación que haya rendido al nivel mínimamente exigible.

Pero lo peor es la sensación de equipo apocado en las grandes citas. El Valencia parece asumir su rol de escuadra pequeña llamada a ser un trámite para los grandes en sus partidos. Ni la combatividad parece acompañada en ocasiones del orgullo mínimo exigible cuando llegan los partidos en los que se enfrenta a plantillas mejores, y por tanto no alcanza sólo con el fútbol.

Y remata la faena el discurso de Marcelino en los post partidos. Cinco meses después ya no es creíble el "cuando entre un gol, llegarán todos de golpe", o el "en cuanto ganemos un partido comenzaremos a ganar varios seguidos", porque tras cinco meses de competición y 20 partidos oficiales disputados ya, las constantes vitales del equipo son innegables.

No ayudan en mucho expresiones del técnico como: "Estamos orgullosos del partido que hemos hecho" tras la derrota en Turín que apeaba al equipo de la Champions o el "hicimos un gran segundo tiempo" del sábado en el Bernabéu para mostrar que se había mejorado lo hecho en la primera mitad (que tampoco era tan complicado, porque durante los primeros cuarenta y cinco minutos el Valencia CF no compareció en el Bernabéu ante el Madrid más flojo que se recuerda). Irrita que se sublimen cuarenta y cinco minutos por cuatro llegadas a la meta rival. Las explicaciones de las lesiones, los jugadores fuera de forma por falta de pretemporada o por factura del Mundial y la "simple" falta de puntería son argumentos gastados y que no convencen a nadie tras cinco meses de temporada. Cuando hay tantos futbolistas lejos de su mejor nivel, hay una responsabilidad directa del técnico.

El sábado por primera vez comenzaron a evidenciarse algunas grietas en el discurso del entrenador. Santi Mina habló de una primera parte "muy cutre"; Carlos Soler señaló que "lo mejor que pudo pasar es llegar al descanso perdiendo sólo por 1-0" y Mateu Alemany dijo que la "puesta en escena" fue mala, y contrariamente al discurso de Marcelino, habló del próximo encuentro ante el Sevilla como "vital, casi definitivo".

Es evidente que el puesto de Marcelino no peligra. Sin embargo, tampoco escapa a nadie el hecho de que hasta ahora el técnico asturiano no está dando respuestas certeras a la hora de revertir la marcha en la presente temporada.

La expectativa generada en el año del Centenario era muy alta en muchos sentidos. Por el momento, ni unos ni otros están dando el nivel esperado.

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