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El petardazo ya es matemático y todos en el Hércules, sin excepción, quedan señalados

14/03/2021 - 

ALICANTE. El Hércules no solo se ha quedado sin opciones de ascenso a mediados de marzo, es que va a pelear por segundo año consecutivo por escapar del descenso.

Con su derrota como local con el Atlético Levante (0-1) y las victorias del Alcoyano en Atzeneta (0-1) y del Villarreal B en Orihuela (2-4), el equipo de Manolo Díaz se queda sin opciones matemáticas de acabar la fase regular entre los tres primeros clasificados, la única forma de asegurarse a estas alturas que el curso que viene seguirá en el tercer escalón del fútbol patrio (la nueva Segunda B-Pro) y de estirar el chicle en lo que queda con el argumento de poder clasificarse para el 'play-off' de ascenso a Segunda A. Ahora tendrá que jugarse las habichuelas en la segunda fase con otros seis equipos (cuatro del subgrupo 3A y dos del 3B) por lograr una de las dos plazas que habrá en la misma en juego para la Segunda B-Pro, es decir, por la permanencia toda vez que, de no acabar entre los dos primeros, jugaría la próxima temporada en una Segunda B que pasa a ser la cuarta categoría.

No es la primera vez que el Hércules dice adiós antes de tiempo al objetivo de regresar al fútbol profesional en estos últimos siete años en 'el pozo' y tampoco la que peleará por la permanencia. Si en las campañas 2016/17 y 2017/18 se despidió de la lucha por el 'play-off' ya por estas fechas, en la pasada el equipo esquivó la pérdida de la categoría con la cancelación de la temporada (sin descensos) por culpa de la pandemia de Covid-19. Ahora bien, ni lo anterior es consuelo ni puede servir de coartada para restarle gravedad a lo ocurrido que, no lo olvidemos, implica ya que en el mejor de los casos el Hércules celebrará su Centenario en la primera categoría del fútbol no profesional.

Y sí, el petardazo que ha protagonizado otra vez el club del Rico Pérez tiene de nuevo muchos responsables. 

Carmelo del Pozo y 'sus' técnicos

El primero de ellos es el director deportivo, Carmelo del Pozo, fundamentalmente por su decisión de sustituir a David Cubillo por Alejandro Esteve: prescindir del primero, con el equipo como segundo (tras empatar a nada con el Alcoyano como local y caer con estrépito en Atzeneta), tenía un pase dado que la inercia del equipo llevaba a pensar que, si bien en partidos como el del Mini Estadi de Villarreal no hubiese perdido, choques como el de este domingo o el del próximo contra La Nucía difícilmente los hubiera ganado. Ahora bien, elegir a Esteve como recambio tardó muy poco en confirmarse como una frivolidad que ha terminado saliendo muy cara porque se tiraron dos partidos, volando puntos que hoy se echan muy de menos. 

Si el conformismo y gusto por echar balones fuera de Cubillo después de las malos resultados le terminó pasando factura, las malas decisiones antes y durante los partidos fueron el talón de Aquiles de Esteve y van camino de serlo de Manolo Díaz: puede que Sergio Moyita no esté para jugar más de media hora, pero insistir con el doble pivote Appin-Armando, optar por Sidoel antes que por David Sánchez para jugar de enganche tras Benja y, especialmente, apostar por no jugar con dos delanteros tanto en Villarreal como este domingo cuando te jugabas la vida y contabas con tres puntas disponibles (Manu Garrido era baja por lesión en el Mini Estadi, pero frente al filial del Levante solo faltaba Javier Acuña) no ha sido lo más adecuado. 

Los vaivenes en el banquillo nunca han permitido acercarse a lo que se buscaba con ellos: el equipo ya empezaba a flaquear defensivamente con Cubillo, pero con sus sucesores no solo todo ha ido a peor en esa faceta, es que en ningún momento el equipo ha mejorado ofensivamente. La falta de equilibrio solo se ha acentuado.

Los jugadores

La plantilla, una temporada más (varios pesos pesados repiten), también tiene gran parte de responsabilidad. 

Vale que muchos jugadores, desde casi el primer día, protagonizan un calvario con las lesiones, pero cuando están en disposición de jugar ofrecen un nivel que dista mucho del esperado y no siempre por falta de ritmo. 

Es evidente que no todos los fichajes han sido precisamente un acierto, pero resulta inaceptable que sean futbolistas como Appin ahora o David Sánchez y Manu Garrido en su momento sobre los que recaiga el peso del equipo, por muchas bajas que haya: la segunda unidad falló en muchos aspectos este domingo, pero la falta de carácter y de personalidad, el no dar el necesario paso al frente cuando tocaba, no es algo que se le pueda achacar solo al fondo de armario.

Ortiz y Ramírez

Y luego están Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez, aunque en esta ocasión su responsabilidad es muy reducida, ya que hicieron lo que se les reclamaba: darle las llaves a un profesional, dotarle de un presupuesto (muy importante, pero no mayor que en el pasado ni tampoco de los más altos de la categoría) y de la independencia necesaria. 

Eso sí, el que el equipo no haya contado hasta la fecha con Fontcalent, tal y como se prometió, o que el servicio médico siga estando lejos del nivel de la inversión en plantilla, cuestiones que a nadie le escapa que están en parte (no son el único factor) detrás del problema de las lesiones, solo se le puede achacar a ellos, a su cortoplacismo. Al convencimiento de que si la pelota entra todo lo demás pasará a segundo y tercer plano; no son el primer problema, pero sí tienen mucho que ver en la magnitud de este.

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