"Los errores nos han costado mucho dinero", recuerdan desde la zona noble. Tras vender al 'Tiburón' en verano de 2017 al Besiktas por 2,5 millones, la operación dejó temblando la tesorería blanquinegra.
VALÈNCIA. Con ya tres altas oficiales en el zurrón (Geoffrey Kondogbia, Uros Racic y Mouctar Diakhaby) y dos a punto de cristalizar (Daniel Wass y Kevin Gameiro), el Valencia es uno de los clubes que más rápido está moviéndose en el actual mercado de fichajes.
Una estrategia que, a priori, es radicalmente opuesta a la ejecutada el pasado verano, en el que la mayoría de fichajes llegaron en los últimos días de agosto... aunque desde el club aseguran que ambos modelos tienen el mismo origen.
Todo arrancó con la llegada de Marcelino García Toral y el 'brain trust' conformado por él mismo y Mateu Alemany, al que se ha incorporado en los últimos meses Pablo Longoria. La decisión de limpiar el vestuario de futbolistas que, por ficha o por compromiso demostrado, no encajaban para el técnico asturiano fue el primer paso. En aquella época, la cúpula directiva encabezada por Anil Murthy dio el OK a toda esa renovación, pese al alto coste que iba a suponer para las arcas de la entidad.
Tres datos y tres nombres surgen a la palestra para ejemplificar el cambio. El primero de ellos, el de Álvaro Negredo: oficialmente el delantero supuso un desembolso para el Valencia de unos 30 millones de euros, pero tras añadir al montante total de la operación las comisiones de agentes y una ficha que ascendía a siete 'kilos' brutos por temporada, la operación 'bomba' de Negredo le salió al club por cerca de 50 millones de euros. Una absoluta barbaridad.
"Los errores nos han costado mucho dinero", recuerdan desde la zona noble. Tras vender al 'Tiburón' en verano de 2017 al Besiktas por 2,5 millones, la operación dejó temblando la tesorería blanquinegra.
Algo similar ocurrió con Enzo Pérez, cuyas cifras oficiales fueron de 25 millones pero cuyo fichaje superó los 30 'kilos'. Dos años y medio después, su salida a River Plate por 3,5 millones de euros volvió a golpear en la línea de flotación económica del club. Cerca de ochenta millones de inversión por dos futbolistas por los que no se recuperó ni el 10% de su precio un par de temporadas después.
Pero Marcelino, que tenía las cosas claras, los quería fuera. Igual que a Diego Alves. En este último caso, también las altas esferas del club compartían la necesidad de prescindir de él debido a su difícil carácter en la caseta. Las decisiones tomaron un cariz más personal que deportivo en base a los informes que el técnico manejaba antes de su aterrizaje en el Valencia. El club accedió a la petición del entrenador en busca de un plan de acción que se pudiera sostener en el tiempo y diese aire a su economía.
Desde entonces, el club ha fundamentado sus incorporaciones en tres pilares que cuentan con el pleno respaldo de la directiva. Obviamente, el más cercano y 'barato' es la apuesta por jugadores de la cantera, no sólo a corto plazo, sino renovando y dando continuidad a futbolistas que puedan debutar a dos, tres o cuatro años vista. Ferrán Torres, Hugo Guillamón, Kangin Lee, Pascu... Todos ellos con potencial de 'tocar' pronto el primer equipo y con el visto bueno de Marcelino.
La segunda clave ha sido contar con un entrenador que se involucre personalmente en los fichajes para 'seducir' y convencer a los futbolistas de su proyecto. Ocurrió en 2017 con llamadas telefónicas a los Kondogbia, Gabriel Paulista y compañía. Y ha vuelto a suceder en 2018.
Y eso entronca con el último requisito: la dirección deportiva ha redoblado esfuerzos en conocer el lado humano y personal de las incorporaciones para evitar personalidades "tóxicas" (así las describen desde la cúpula del Valencia) que puedan arruinar un vestuario que se caracterizó en la temporada 2017-2018 por su unión y compromiso. Especialmente en apuestas por jugadores ya contrastados: es el caso de un Kevin Gameiro del que, ya 'trasquilados' tras la experiencia con Nani o Negredo (que tenía 29 años cuanto aterrizó en Mestalla, dos menos que el francés), han querido conocer hasta el más mínimo detalle de su personalidad, hábitos y afán competitivo antes de dar luz verde al traspaso.
Ninguna de los tres 'cortafuegos' anteriores garantiza un pleno de aciertos a la hora de fichar. Pero, desde luego, en los últimos doce meses la política de incorporaciones del Valencia CF (producto de la necesidad y de esos "errores" que costaron al club auténticas millonadas) ha dado un indudable salto hacia adelante. Con esas líneas maestras y un profuso trabajo de 'scouting' entre bambalinas, fallar estrepitosamente es mucho menos probable.