VALÈNCIA. Peter Lim y Meriton entraron en el Valencia CF, pero el Valencia CF jamás entrará en ellos. Si uno pudiera enumerar la cantidad de errores, disparates, tropelías y dislates que han cometido durante su gestión, convirtiendo un club histórico en una SAD histérica, estas líneas serían interminables y para imprimir las letras, habría que acabar con la reserva forestal del norte de Estados Unidos. Así que, con la veía, hoy ahondaré en un tema que está más claro que el caldo de un asilo. En pleno proceso de autodestrucción, el valencianismo asiste a la continua degradación, social, económica y deportiva de un sentimiento. Y mientras la sociedad valenciana sigue buscando un padre Karras de guardia particular, capaz de practicar un exorcismo metafórico para que Meriton salga del cuerpo del Valencia CF, la gente debe centrarse en un partido que está por ganar. Es una obviedad como la copa de un pino y tres abetos quién es el culpable de lo sucedido y por más que cuatro súbditos mediáticos de Meriton quieran tapar el sol con un dedo, aquí lo que está en juego no es sólo el futuro económico del club, sino la supervivencia del Valencia CF. Y tiene un pie en el precipicio.
La pregunta del millón en sencilla: ¿Cómo sobrevivir cuando tienes el enemigo en casa? La respuesta no puede tener azúcar. Primero, procesar para qué está el Valencia. Ni está para Europa, ni para estar entre los ocho primeros, ni para presumir de ser algo que ya no es. El que quiera vender frigoríficos en Groenlandia, adelante; pero la realidad es la que es: hay una decena de plantillas mejores que la del VCF. Seguir negándolo es de una torpeza infinita. Y el primer paso para sobrevivir es pensar que no eres mejor que nadie. Eso te hará mejor que muchos. Segundo, saber a quién se exige y de qué modo. Entrenador y jugadores pueden hacer siempre algo más, pero la película es que la plantilla va huérfana de calidad y experiencia y que este equipo, aunque casi siempre quiere, casi nunca puede. Y ahora está en el momento más duro, en el que un equipo acostumbrado a ganar se acostumbra a perder. ¿El aficionado? Le queda hacer un ejercicio de honradez con el equipo: de nada vale acordarse de los que ya no están, porque hay que estar del lado de los que se han quedado y defenderán ese escudo.
¿El objetivo? Partido a partido. Y en junio, los 42 puntos de la salvación automática. Dicen que quien olvida la historia se condena a repetirla. En mi caso, todavía recuerdo aquel Atleti de Ranieri que, teniendo equipo para ganar la Liga, se fue directo a Segunda. Planificación desastrosa, administración judicial, jugadores que no cobraban, estrellas que querían salir y un vestuario muerto de miedo. A ese Atleti, entre todos lo mataron y él solito se murió. Lo enterramos de cuerpo presente en Oviedo, el día más triste de toda mi vida. Después llegó la resurrección deportiva porque Dios aprieta, pero no ahoga, pero aquel dolor no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Y por eso ahora, espoleado por aquel recuerdo amargo, le pido al valencianismo que, sabiendo quién es el culpable de toda esta tristeza, se una por el bien del club. Hay que sobrevivir. Ahora o nunca. Todos juntos. Porque, como cantaba Perales, quizá para mañana sea tarde. Mientras Meriton sale del cuerpo del Valencia CF y se complete el exorcismo, humilde consejo de atlético: Únanse y sobrevivan.