VALÈNCIA. Quizás el gran éxito de Rubén Baraja es que se ha mimetizado como nadie con el Valencia, con su entorno y su historia. Su identificación con Mestalla es tal, que ha recuperado para su equipo un estilo de fútbol que siempre hizo grande al club a lo largo de los años. Aparte de sacar un magnífico rendimiento a un grupo que parecía condenado al descenso (tras revitalizarlo con jugadores de la cantera y sin fichajes), la gran victoria del entrenador ha sido recuperar ese ADN futbolístico con el que la afición comulga.
Baraja lo ha tenido muy claro: ha tirado del viejo manual de estilo valencianista para sacar al equipo del abismo. A base de compromiso y exigencia, lo ha estabilizado en la zona tranquila de la clasificación. Su proyecto todavía está en esa primera fase de consolidación. Pero todavía le falta. Escribo estas líneas antes del partido contra el Madrid. No sé lo que sucederá en el Bernabéu pero me lo imagino…. Pero ocurra lo que ocurra, el resultado no cambiará mi manera de ver las cosas. Así como tampoco el espíritu de este artículo. Porque de lo que hablo es de algo global. Y sin duda mucho más importante que un partido de Liga. Por muy Madrid que sea el rival.
Cuando digo que Baraja ha recurrido al argumentario valencianista es porque el entrenador ha confeccionado un equipo que ha recuperado virtudes del pasado. Muchas de ellas las aprendió el propio técnico durante su etapa de futbolista en Mestalla. En este sentido, y salvando las distancias (muchas), el actual Valencia trata de identificarse con la excelencia defensiva de aquel once de Héctor Cúper. En este sentido, sirvan las estadísticas como datos objetivos: el Valencia es el quinto equipo menos goleado de la liga y el que menos remates a portería concede. Por ahí empezamos bien.
Sin embargo, el Valencia todavía está a medio camino de una idea. Falta la segunda parte. La referencia de Baraja es aquel once de Rafa Benítez, sin duda el mejor de la historia. Lograr el perfecto equilibrio entre líneas y la proporcionalidad defensa-ataque es su objetivo. Insisto en que todo salvando las distancias, claro. En esa búsqueda del Santo Grial futbolístico andamos. Se ha recuperado parte, sí. Se ha mejorado en defensa, también. Pero en lo ofensivo andamos cojos: undécimos en la clasificación de goles a favor y el segundo equipo que menos remata a portería. Urgen mimbres para la mejora. Para de verdad ser reconocibles. Como años ha. El mercado de invierno sería una magnífica opción. Porque, con lo que hay, no nos alcanza.