VALÈNCIA. Uno de los deportistas más destacados de Rusia es Alex Ovechkin. ¿Y quién demonios es Alex Ovechkin? Si uno sale a la calle a formular esa pregunta es muy probable que tarde un buen rato en escuchar la respuesta correcta: Ovechkin es el mejor jugador de hockey hielo del mundo. Pero, además, es también el jugador que persigue un récord que parecía inalcanzable: el tope de 894 goles que dejó Wayne Gretzky, el mejor jugador de todos los tiempos.
El moscovita acaba de empezar una nueva temporada de la NHL en su club de siempre, los Washington Capitals, a los que, en 2008, convirtió en campeones por primera vez en su historia. Ovi es un goleador, un jugador que cada temporada se hincha a marcar goles. Su cifra ha ido creciendo desde que debutara en 2005 y así ha ido escalando en la lista de máximos realizadores. Primero superó a Sergei Fedorov como máximo anotador ruso en la NHL. La última campaña acabó con 730 goles, ya el sexto de la historia. Hoy, después de renovar el contrato de nueve cifras que expiró el pasado verano -en 2008 se comprometió con los Caps por trece temporadas a cambio de 124 millones de dólares- ya ha desbancado a Marcel Dionne en la quinta plaza de los anotadores históricos.
Alex es hijo de un exfutbolista llamado Mikhail Ovechkin y de Tatyana Ovechkina, una excelente jugadora de baloncesto que ganó dos medallas de oro olímpicas (Montreal 76 y Moscú 80), un título Mundial (1975) y seis Europeos. Un lustro después de los Juegos del osito Misha, Alex nació en la capital de Rusia. La familia se mudó más tarde a las afueras de Moscú, al décimo piso de un edificio de ladrillo en un barrio difícil.
No había mucho que hacer para un niño en aquellas calles llenas de peligros. Pero por suerte estaba el hockey. Y Ovechkin se enamoró del hockey. A los dos años cogió un stick por primera vez y a los cinco se quedó enganchado a un partido del Dynamo que estaban ofreciendo por la televisión. El chaval se entregó al deporte y cada mañana se levantaba a las seis, se comía las gachas que le había preparado su padre y se iba a entrenar
Él creció siendo una estrella del deporte. A los 16 años ya había debutado en el Dynamo, donde ya ha dicho que jugará el último partido de su vida, y a los 17 se estrenó con la selección de Rusia. Mientras sus amigos seguían “drogándose y muriéndose en las calles”, como le explicó a la revista ‘GQ’ en una entrevista. Su progersión no pasó desapercibida y Ovechkin salió elegido en el número uno del draft de 2004. Pero entonces llegó el cierre patronal y él tuvo que seguir jugando en Moscú un año más.
Su debut se produjo el 5 de octubre de 2005. Aquel día fue muy poca gente al estadio. Washington nunca fue la ciudad más aficionada al hockey de Norteamérica. Pero había llegado un chico fuerte y atractivo dispuesto a cambiar la historia. En el primer partido ya dejó su sello: dos goles y un empujón a un rival que acabó con el cristal de protección de la cancha saltando por los aires. Después del primer tanto lanzó un beso al aire en recuerdo de su hermano, que falleció cuando él tenía diez años. El segundo fue para sus padres, que se mudaron a Estados Unidos con Alex y su otro hijo -trabaja para un equipo de la WNBA-. Después se los llevó a cenar a un restaurante italiano, como recordó su madre en la carta que escribió en 2020 con motivo de los quince años del capitán de los Capitals en la NHL.
Ovechkin, una mole de 1,91 y 108 kilos, ya tiene 36 años y el récord de Gretzky sigue a cerca de 160 goles. Unos piensan que es imposible, pero algunos creen en él después de haber renovado por cinco temporadas. Como referencia, el pasado ejercicio disputó 45 de los 56 partidos de los Capitals y a lo largo de su carrera ha sido el máximo goleador en nueve de los dieciséis años que ha jugado. Ovechkin ha ganado nueve veces el trofeo Maurice ‘Rocket’ Richard, algo así como el Pichichi de la NHL. No tardará en coger al cuarto goleador de la historia, Brett Hull, que se quedó en 741. Pero falta por ver si es capaz de alcanzar a Gretzky, a quien, eso sí, jamás podrá disputarle el honor de ser el mejor de la historia. GOAT (Greatest of all time) dio setencientas asistencias más de las que lleva el ruso y ganó nueve Hart Trophies -el MVP de la liga-, frente a los tres que lleva Ovi, y cuatro Stanley Cup, mientras que el goleador en activo solo ha ganado una.
Ovechkin, que lleva el número ocho, como su madre, colecciona sticks de hockey de jugadores célebres. Y confía en seguir marcando goles varios años más. ¿Suficiente para alcanzar a Gretzky? El tiempo dirá, pero sus admiradores se apresuran a recordar que la media de goles en la NHL cuando jugaba el nieto de aquel matrimonio polaco que emigró a Estados Unidos era de ocho tantos, mientras que ahora es solo de seis. Y que Ovi se perdió la primera temporada por el ‘Lock out’ y varios partidos de la pasada por saltarse el protocolo anticovid.