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A propósito de Meriton

3/07/2020 - 

VALÈNCIA. 'A propósito de nada', la autobiografía de Woody Allen, es un libro cuyo principal objetivo es exponer la visión del autor sobre las polémicas acusaciones de abuso de menores que pesan sobre él a causa de una denuncia de quien fuera su pareja durante 13 años. Pero, por encima de esa defensa de su postura, la obra es un divertido repaso de la trayectoria profesional y personal de uno de los cineastas más singulares del último medio siglo, trufado de frases ingeniosas, chistes más o menos afortunados y el recurrente intento del autor en subrayar que se considera un intruso en un mundo de grandes creadores. Allen habla en el libro de las casi 50 películas que ha dirigido y, cuando llega a 'Zelig', el falso documental que realizó en 1983, explica que dicho filme trataba sobre “el deseo común de ser aceptados” y termina el párrafo afirmando que “esa obsesión con el conformismo es lo que, finalmente, conduce al fascismo”.

Terminé el libro hace unos días, justo cuando el Valencia caía, una vez más, derrotado en este remedo de liga organizado para mayor gloria del VAR. Al día siguiente, Meriton Holdings, propietarios del club en la gesta más gloriosa de los últimos siete años (según su propio autobombo vía Twitter), decidió despedir a Celades y poner al pobre Voro para arreglar el desaguisado que ellos mismos iniciaron el fatídico 11-S, cuando derribaron las Torres Gemelas que comandaban la vertiente deportiva del club. Recurrir a Voro es, como ya sucedió en 2008 y 2017, explicitar el fracaso de un proyecto, si no fuera porque Meriton carece de proyecto, más allá de satisfacer los caprichos de Lim y Mendes, como ha demostrado sobradamente en los últimos seis años.

El caso es que la simultaneidad de acabar con la lectura y la nueva explosión del volcán singapurense del Valencia me llevó a pensar en la frase de Woody Allen a propósito de Meriton. Porque el peor problema del Valencia ahora mismo no es la caprichosa y caótica gestión de sus dueños, ni siquiera la soberbia con la que actúan desde la distancia, tratando a los aficionados como idiotas, ni el hecho de que el club haya caído en la red de especulación tejida por Mendes. Lo peor no es que el sustituto de Celades no se elija por méritos deportivos o por su posible adaptación a la plantilla de que se dispone o su idea del fútbol, sino por el grado de amistad que mantenga con Lim o la necesidad de Mendes de ponerlo en el mercado, ni que los jugadores surgidos de la cantera sirvan para financiar disparatados fichajes de promesas del fútbol portugués protegidas por Mendes. 

Lo peor es que todo eso va sembrando un clima de conformismo y desafección que, poco a poco, va calando en el aficionado. Una desidia cuya única vía de escape son las redes sociales, el peor foro posible por su facilidad de manipulación, pero que no hace sino reforzar el poder de Meriton, Solo hay que echar la vista atrás y comprobar que sus voceros han pasado del “en cinco años seremos un club puntero en Europa” al “es lo que hay” y “el club es nuestro y podemos hacer lo que queramos”. 

Como dice Woody Allen, ese conformismo, ese protestar y no actuar, conduce finalmente al fascismo, expresado en la censura a todo aquel que osa poner en cuestión los planes de Meriton para el Valencia, si es que existen más allá de un calvo en una noche de borrachera, en eliminar de la historia a aquellos que han sido críticos con el ser supremo, más allá de sus méritos deportivos, a contar el pasado como si solo valiera lo ocurrido después de la compra del club por su parte, a expulsar de Mestalla a los periodistas disidentes o reírse en la cara de quien ve el Valencia como un sentimiento, no como un negocio.

Ingmar Bergman, el cineasta más admirado por Woody Allen, lo resume muy bien en una de sus películas, cuando el personaje del doctor Vergerus, un científico que experimenta con humanos mucho antes de que lo hiciera sistemáticamente el régimen nazi, le explica a una de sus víctimas que “cualquiera puede ver el futuro, es como el huevo de la serpiente; a través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado”, un reptil que inspira ternura y curiosidad pero que, cuando sale al exterior, ya es demasiado tarde para detener su devastación.

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