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13 de noviembre / OPINIÓN

A ver qué pasa

13/07/2021 - 

VALÈNCIA. Me pongo en la mente de Paco López y me entra el tembleque ante el excedente de equipaje que todavía hay que erradicar para encajar las piezas del rompecabezas y construir el engranaje más competitivo posible. Una mezcla de incertidumbre junto a la obligación de no mirar atrás ni lamentarse porque no hay tiempo que perder. El Levante 2021/2022 ya ha echado a rodar sobre el césped de Buñol y de ahora al cierre del mercado, con tres jornadas que se habrán disputado (ante Cádiz, Real Madrid y Real Sociedad), puede pasar absolutamente de todo. El claro ejemplo es que después del debut de la temporada pasada en Mestalla, el futuro de Campaña siguió pendiendo de un hilo. Me encantaría que el boquete financiero estuviera saldado (o casi) y ahora estemos pensando en lo que falta por venir (por lo menos un central) que en la necesidad de descongestionar el embudo y oxigenar, pero la realidad supera al fútbol-ficción. Por mucho que la hoja de ruta esté trazada y que los nombres de los descartables estén señalados en rojo por sus salarios inapropiados y un rendimiento deportivo insuficiente, el único alivio, de momento, ha surgido de la liberación de los contratos de Toño y Rochina.

De puertas para dentro, el mensaje que se traslada no es de excesiva preocupación. Miedo me da y espero que se esté gestando la cuadratura del círculo. Mi sensación es diferente. Estoy intranquilo porque no veo apenas luz, no encuentro de momento solución, aunque aún quedan unas cuantas semanas de mercado. El escenario global no invita a creer en que el desajuste se pueda subsanar sin deshacer el ‘núcleo duro’ del engranaje de Paco. No veo un traspaso de dos cifras para respirar. No todos los días aparece una operación como las de Cabaco o Boateng que no esperas y acaba siendo una bendición. Y evidentemente ni mucho menos por esos jugadores que están en la rampa de salida. Una cosa es mostrar las cartas y otra que los señalados pongan facilidades. El caso más sangrante es el de Sergio León, que transita en un escenario que no es nuevo para él en Orriols. Es el primero en la ‘lista negra’, pero está convencido de cumplir su último año de contrato pese a su rol residual. Un problemón ya que supone un coste de tres millones de euros por la amortización de su fichaje y su importante salario.

Ahora ya no quedan acontecimientos para desviar el foco mediático. El temporadón del ‘futsal’, el acceso a Champions del Femenino, Aitana en ‘Les Nits del Ciutat’… eso ya es pasado. Que no digo que no estén en faena, que no estén ocupados en evitar el impacto o que sea lo menos doloroso posible, es que además no se me ha pasado por la cabeza en ningún momento que estén ‘a la sopa boba’, pero está claro que ayuda a suavizar una realidad preocupante que el nombre del Levante acapare titulares por otros motivos en vez de por ser uno de los equipos con deberes pendientes y así hacer más sangre. Que no hay que olvidar que se ha cerrado el último ejercicio con déficit por primera vez en la era Quico Catalán.

Aunque es obligado hacer caja, sin descartar todavía que se flexibilicen las medidas del ‘fair play’ al ser un problema demasiado extendido (algo que sigo sin ver y creo que es injusto para los que sí han cumplido), lo que también ha quedado claro es que no se va a regalar a nadie. Veremos si ese discurso de no malvender pierde fuerza con el paso del tiempo, cuando el yugo asfixie más y no quede otra que no estirar la cuerda. Es un secreto a voces que todos están en el escaparate, pero no a cualquier precio como esos ocho millones de euros insuficientes y rechazados del Niza por De Frutos. Hay necesidad, pero sin debilitarse a bajo coste y más por uno de los activos con los que no hay que tener prisa. También hay que asumir que es uno de los jugadores más atractivos por rendimiento y posición para empezar a coger aire, aunque el deseo, como así se ha deslizado, es que siga creciendo de granota (tiene contrato hasta 2025) y se revalorice más todavía. El futuro del segoviano continuará dando que hablar este verano. El Levante solamente se plantearía una venta si supusiera un golpe definitivo para equilibrar las cuentas. En esta ecuación no hay que olvidar que el Real Madrid cuenta con el 50% de los derechos de un futbolista que hizo méritos de sobra para haber estado en la lista definitiva de los Juegos Olímpicos.

Hace un año (más o menos), la cabeza de Campaña estaba más fuera que dentro del Levante. El andaluz sentía que su ciclo había acabado y que debía cambiar de aires. El Sevilla (su eterno regreso a casa), Villarreal (que pensó en él hasta que le apareció la ganga de Parejo), Atlético de Madrid (fuera de mercado por el clausulazo del Arsenal por el ghanés Thomas Partey) y Leeds United se interesaron por él, pero ninguno dio el paso adelante para llegar a un acuerdo. A partir de ahí, con la consiguiente contrariedad del jugador y un ejercicio de mentalización colectiva para que volviera a conectarse, llegó la llamada de la selección absoluta y el golpetazo del calvario físico que comenzó el 2 de diciembre y le dejó fuera de combate lo que restó de temporada. Hasta ese fatídico día, en cuatro campañas había jugado el 93% de los partidos. Sus 220 días de baja han torpedeado uno de los salvavidas a los que agarrarse… o no.

"El caso de José es el de un jugador muy bueno que tras ser internacional entró en una situación de lesión. ¿Está en el mercado? Por supuesto que sí, pero entre otras cosas porque el suyo es un proyecto que iniciamos hace años y que entendíamos que nos podía dar un rendimiento económico. Ahora bien, si se queda será el mejor fichaje para la próxima temporada", reconoció Quico Catalán en su comparecencia pública de más de un mes. Aquel proyecto (como así lo definió el presidente) cristalizó en abril de 2019 después de una negociación que había comenzado un año atrás y que le convirtió en el mejor pagado de la plantilla, con una cláusula de 60 millones de euros y una vinculación contractual hasta 2023.

“Todo ok por aquí”, escribió el sevillano (o el que le gestiona las redes sociales) en la vuelta al tajo. Su reaparición sería el mejor fichaje o la solución. Con este escenario económico, y aunque se ha pasado unos cuantos meses fuera de combate, Campaña no ha desaparecido de la quiniela de activos por los que hacer caja (los prescindibles son otra historia). Ahí está junto a los De Frutos, Aitor, Bardhi… y alguna solución inesperada que pueda aparecer, aunque su adiós acabara doliendo. Quizás aquel 1-1 en Pucela, en el que además marcó de penalti, pudo ser el último servicio del ‘24’ la camiseta del Levante. Con una treintena de jugadores en nómina y el debe importante de la cantera a merced de la superpoblación de efectivos, lo que urge es hacer ‘cash’, vender por esos 16 millones y pico de euros para cuadrar números e ingresar más para poder fichar lo que aún falta y cerrar asuntos pendientes como la renovación de Dani Cárdenas que se cocina a fuego lento. Como uno de los exitazos musicales de Rigoberta Bandini, la canción de uno de los anuncios del verano, a ver qué pasa.

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