No tengo ganas de apuntarme al pelotón de los agoreros ni, a día de hoy, encuentro sinceramente - y si tengo que desdecirme en un futuro lo haré sin problema alguno- argumentos para pensar que el Valencia vaya a desplomarse en la segunda vuelta porque le haya ocurrido a Marcelino en aventuras precedentes...
VALÈNCIA. Coutinho, con solo unos minutos sobre el terreno de juego fulminó, en la noche del jueves, todas las ilusiones que el valencianismo había depositado en la Copa.
Y... siendo una noche triste, sí creo que merece la pena destacar que el Valencia CF ha sido hasta ahora y sigue siendo un equipo fiable, un equipo en el que se puede creer que, aunque obviamente, tenga muchas cosas que mejorar, le ha devuelto al aficionado el amor por sus colores. Siendo una noche de cabreo en la que quedaron pocas ganas de darle vueltas a lo sucedido... miren: con toda la frustración que supone no haber alcanzado la meta añorada, creo que es justo primero felicitar al Barça porque es lo que toca en un Club Señor y el Valencia, obviamente, lo es y también reconocer que este Valencia, que viene de la más absoluta de las miserias, vuelve a ser un ‘equipo de fútbol’ por muchas razones entre las que se encuentra el hecho de poseer un vestuario que no se rinde a las primeras de cambio, pero por una que sobrevuela por encima de las demás, y es que tiene la mejor afición del Mundo, que pese a las dificultades que ha venido poniendo el propio Club, llenó Mestalla volcado Fe y pasión sintiéndose parte de una verdad. Una verdad incontestable que se llama Valencia Club de Fútbol y que, por muchas zancadillas que pueda recibir, está por encima de todo.
Es doloroso, muy doloroso y tras el partido, los nanos de 8 ó 9 años que se empiezan a emocionar por ver a su Valencia ganar podrían caer en la tentación de cambiarse de bando porque es más fácil ser del que siempre gana. Y eso podría haber sucedido el año pasado o el anterior porque el Valencia daba verdadera vergüenza, pero no este año porque ese nano vio a su equipo dejarse la piel en el campo y luchar de tú a tú una eliminatoria ante uno de los mejores equipos del Mundo. Ante tal actitud no florecen las dimisiones de afecto y sí sentimiento de pertenencia.
Pero decepciones como la del jueves también se convierten en caldo de cultivo idóneo para los agoreros del cataclismo. Surgen duras críticas para el entrenador y aflora fácilmente el cuestionamiento a cerca de la firme apuesta que Marcelino ha hecho en la Copa y las consecuencias que se pueda estar pagando el la Liga. Y... a mi me parece muy bien porque soy un firme defensor de la libertad de opinión pero... no coincido an absoluto con ellos. Dije en Sillas Gol y escribí en Plaza Deportiva hace unas semanas que Marcelino es lo mejor que le ha pasado al Valencia hace mucho tiempo y lo sigo pensando. Dije que me sentaría a plantearle un proyecto a largo plazo y lo mantengo. En cuanto a la apuesta en la Copa me parece absolutamente justificada y, de hecho, creo que a pesar de una diferencia de presupuesto sonrojante el Valencia no ha estado tan lejos de conseguirlo incluso visitando el Camp Nou con cinco titulares lesionados. Y el mes de agosto hubiera firmado sin pestañear un tercer puesto en Liga a mediados de febrero y una eliminatoria así contra el FC Barcelona. Eso no quiere decir que no vea defectos, ¡claro que los veo! y comparto opinión con quienes piensan que es proyecto de plantilla corta está teniendo un coste muy elevado y habría que replanteárselo para campañas venideras pero, repito, no me encontrarán entre quienes pretenden anticipar la ‘nit de la cremá’ ni entre quienes mantienen como argumento irrefutable aquello de que: ‘a Marcelino se le caen los equipos en las segundas vueltas’. No tengo ganas de apuntarme al pelotón de los agoreros ni, a día de hoy, encuentro sinceramente - y si tengo que desdecirme en un futuro lo haré sin problema alguno- argumentos para pensar que el Valencia vaya a desplomarse en la segunda vuelta porque le haya ocurrido a Marcelino en aventuras precedentes. De hecho mañana mismo se presenta una buena oportunidad para recuperar el rumbo en el derbi. Como escribió el poeta y popularizó el político: “No está el mañana en el ayer escrito”.