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opinión

Agrupació de Penyes enfurecida

La Agrupació, sospecho, tiene un músculo tan decisivo como para que solo protesten cuando unas cuantas entradas les vuelan. Tienen una responsabilidad más allá de refugiarse en sus ventajas privadas...

15/09/2017 - 

VALENCIA. Que en el momento de mayor esperanza social entre valencianistas comunes de las últimas temporadas, la Agrupació de Penyes se muestre enfurecida, emplee palabras como “incalificable decisión” para ‘calificar’ las decisiones del club, es un símbolo mayúsculo, paradójico pero eficaz para mostrar en qué enfoca sus energías el mayor colectivo de peñas del Valencia.

La falta de previsión del club, sin anticipación ante el fervor de una hinchada con ganas de ver a su equipo en Orriols, el reparto pleistocénico de las entradas por venta en taquilla, las colas, las indignaciones, la policía, el presidente Anil practicando la diplomacia a pie de calle… derivó en que la reserva de tickets para colectivos de aficionados tuviera que modificarse para poder responder a la avalancha. Todo tan 1999. Que ni que estuviera a punto de jugarse la primera final del marcelinato. 

Y en esas l’Agrupació ha despertado. Después de esperar, sin éxito, que se pronunciaran ante los dislates institucionales, ante los abusos contra la reputación del club, es ahora cuando exhiben los colmillos. No se les escuchaba cuando había que reprobar con voz rotunda el rumbo torticero que llevaba la sociedad, su dirigente Blas Madrigal se fotografiaba cómplice, no lo escuchamos cuestionar ni un solo momento a los jefes del VCF. 

Justamente ha sido ver su estatus propio mínimamente en peligro y reaccionar celosos de su parcela de poder, protegiéndola a comunicado limpio. No es el comunicado, no es su protesta, es el momento elegido para la queja, es cuando callaban y cuando hablan, cómo se muestran virulentos ante un vientecito en su contra y cómo ni pestañeaban ante un viento huracanado contra todo el valencianismo.

Está bien la fiscalización a quienes mandan. Sin embargo resulta poco creíble cuando solo se emplea en busca del beneficio propio. Porque entonces se pierde algo más que unas entradas, se pierde la autoridad moral y la representatividad de un calado social tan importante. La Agrupació, sospecho, tiene un músculo tan decisivo como para que solo protesten cuando unas cuantas entradas les vuelan. Tienen una responsabilidad más allá de refugiarse en sus ventajas privadas. 

Al menos en estos últimos tiempos bajo el liderazgo de Madrigal sí han sabido impulsar la ambientación de Mestalla, con una sucesión de tifos a cual más espectacular, dando color y vibración a las gradas partido tras partido. Las cosas como son.

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