VALÈNCIA. Lo reconozco. Levanto la mano y asumo el "mea culpa" que me corresponde. Pero a mi se me está escapando algo. No digo que mi visión de los hechos sea la verdad absoluta, pues todo el mundo sabe que soy un maleducado faltón a sueldo de Rubiales que no ha acumulado mérito alguno en el mundo del periodismo después de 34 años ejerciendo este oficio sin que me faltara trabajo un solo día (puro azar).
Pero un servidor no acaba de entender la marcha triunfal que se está levantando alrededor del local management por el fichaje de Pepelu. Que no seré yo quien diga que es un mal fichaje, pero de ahí a elevarlo a la categoría de hazaña titánica como si hubieras traído a Haaland sin pagar un euro, me parece que sigue mediando un trecho importante.
Y conste que tengo muy claro que algunos utilizarán estas líneas para decir que le he faltado al respeto al dianense, pero que en un Valencia CF mínimamente normal, la llegada del mediocentro procedente del Levante UD, no hubiera pasado de ser un refuerzo de complemento en una plantilla en la que habría un "6" con el bagaje suficiente para ir formando a Pepelu sin pausa pero sin prisa, también lo tengo claro. Con ese rol llegó en el verano del 2000 Vicente Rodríguez a Mestalla. No para ser el titular indiscutible de la plaza, sino para ser el relevo del titularísimo en la banda izquierda que era el Kily González. La progresión del de Benicalap y su evolución, sin la obligación a sus espaldas de sacar las castañas del fuego, lo llevaron a una correcta evolución que acabó desembocando en la categoría de mito.
Fichar a un futbolista (por buen proyecto de jugador que pueda ser) procedente de la segunda división por el precio de su cláusula sin rebajar un céntimo del montante final de la operación, no diré que sea una mala jugada. Pero de ahí a tildarla de exitosa, como si se hubiera desplegado un manto de pericia negociadora, me parece tan exagerado como el tipo que le puso el nombre al saltamontes, o "Coliseum" al estadio del Getafe.
Aplaudir que el club deja de estar excedido en el Fair Play financiero de unas normas marcadas por una liga que apoya la gestión económica de Peter Lim y la defiende, me parece -en el mejor de los casos- un tema anecdótico. Básicamente porque estás sudando tinta china -no va con segundas- para traer a Pepelu y Canós por 6 millones de euros, cuando el Rayo Vallecano (no el Manchester City) está ofreciendo 7 "kilates" por De Frutos. Si no te llega para ofrecer 6 millones por DOS futbolistas que tienen un año de experiencia en LaLiga y en la Premier, y al Rayo le da para ofrecer 7 millones por UN jugador de segunda división ¿Cuál puede ser tu objetivo en la liga? ¿Para qué sirve dejar de estar excedido en el Fair Play, si el propietario va a continuar sin invertir ni uno?
Sigo sin entender qué hay que festejar con la presidenta desaparecida, sin nadie que salga a dar explicaciones, y con un director deportivo al que le faltan segundos para hacerse fotos al lado de los fichajes, y que saca pecho aún no sé porqué gestión, porque lleva cuatro años con el servilismo por bandera riéndose de todo y de todos, colaborando en armar el peor Valencia CF de la historia (vuelve a traer a Moriba por tercer año, fenómeno).
Lo del "Valencia de Valencia y el Valencia de Singapur" es una ridiculez porque uno es consecuencia y concesión del otro. Sólo hay un tronco común de cuya raíz emanan todos los problemas que están carcomiendo a una entidad centenaria. A nadie se le ocurriría objetivamente hablar por ejemplo del Manchester City de Emiratos Árabes y del Manchester City de Manchester, o del París Saint-Germain de Qatar y del París Saint-Germanin de París, porque los unos son consecuencia directa de los otros. Lo de "este club está cambiando" -en el mejor de los casos- se verá en un plazo de dos o tres meses. Proclamarlo de manera tan celérica es (cuanto menos) llamativo. Además, la canción de los cambios que auguran un futuro brillante y exitoso no es la primera vez que la escuchamos verano tras verano.
Si los loados logros de la última semana los hace cualquier gestor nacido en los límites de esta Comunitat le rocían la casa con napalm, pero ahora se ve que hay que sacar el autobús descapotable. Y miren, no cuenten conmigo para sublimar la normalidad. Por eso estoy seguro, de que algo se me escapa que deben de haber cogido al vuelo hagiógrafos de esta gestión. Que seguro que son más listos que yo; faltaría más.