VALÈNCIA. No sé qué tiene de malo ser un antipático en este liga de profundas desigualdades. No es muy simpático el Sevilla, que lo compite todo; tampoco es que sea la alegría de la huerta el Atlético de Madrid, que se ha subido al pódium del campeonato y ahora a ver quién lo baja de ese peldaño…desconocía que la cosa iba de caer mejor o peor, de jugar a lo que los puristas del balompié defienden que es jugar bien, es decir, jugar a lo que ellos juegan. Lamentable el comentario postpartido del lateral Diego Rico y también el cronista de la web de la Real Sociedad, que cuenta con un técnico de bandera, un señor de fútbol que ya quisiera que hubiésemos tenido en otros momentos en lugar de los Celades, Ayestarán, Neville, Gracia y toda esa caterva de aspirantes a técnicos de primera.
El lateral realista comentó, entre otras cosas, que solo hubo un equipo en el campo: supongo que esto explica por qué fue uno de los más flojos de su equipo, ya que no vio cómo el rival no solo contrarrestaba las muchas virtudes de su equipo, sino que, además, luego fue sumando oportunidades medianamente claras, muchas más que ellos. Pero no contento con todo, afirmó también que acabaron el partido atacando: y tampoco (y fíjate que me volví a ver el descuento completo por si acaso), salvando la falta que sacó de manera magistral Oyarzábal, pero sin remate, no vi ataque ninguno y, sin embargo, sí vi, por ejemplo, la llegada de Helder Costa, con un remate franco para Maxi, que se cegó o la falta, también magistral, de Soler, que Gayá no remató por un centímetro y que, además, salió lamiendo el póster. En todo caso, que Diego Rico se dedique a entrenar y a jugar (que no lo hace mal) y que se deje de valorar rivales, ya no solo por una cuestión de respeto y elegancia, sino también por una evidente falta de acierto analítico.
Pero más allá de esto, que es puramente anecdótico y que quizá solo sea fruto de una frustración poco reprimida ante los micros, lo cierto es que a mí me gusta que el Valencia CF genere esas emociones en los rivales y en las aficiones contrarias. No me gusta tanto cuando te lo hacen sentir a ti, como ha ocurrido por tierras andaluzas este año, por dos veces. Si juegas a eso (a ser bronco), hazlo bien, sin miramientos y sin titubeos, porque si dudas, si te quedas entre dos aguas, te meriendan los rivales y las hinchadas rivales. Por tanto, si somos antipáticos, que nos griten el doble con motivo, que saquemos de los partidos a los contrarios, por desquicio, por juego y por ese otro fútbol tan necesario y lícito, que tan bien maneja Foulquier. Ya está bien de pasearse, casi sin ofender, por los campos: si nos avasallan con juego, cortemos la sangría a base de hacer feo el partido, dentro de lo deportivo y de lo honesto: que se deje de jugar realmente si la cosa no funciona, que los duelos se ganen con cara de perro si es necesario, que cada balón implique una vida.
No, no es que quiera que el Valencia CF se convierta en el adalid de la marrullería, del antifúbol y todo eso: a mí, como a todos y todas las valencianistas, nos gusta el buen fútbol, del toque delicioso, el regate de vértigo, la salida eléctrica por una banda, el genio en el control. Todo eso nos encanta, lo malo es que tenemos pocas dosis de esa esencia y la guardamos para ocasiones o situaciones muy especiales. Mientras tanto, el mono de trabajo, la llave inglesa en el bolsillo y las manos llenas de grasa, para desarticular las virtudes rivales a base de oficio, de mala leche y de compromiso. No hay otra. Bordalás no tiene otra ¿Y por qué no lo tiene? Muy fácil, si hubiera en este equipo un Baraja o un Parejo, al robo de balón del domingo, en la primera parte, le hubiésemos dado mayor y mejor sentido, orientación y precisión. Pero no lo tenemos y lo más parecido es un central reconvertido que, precisamente, ayer no pudo jugar. Daniel Wass es un buen jugador que carece de ese temple con el esférico para organizar y Racic es muy flojito con el balón en los pies y nunca se acaba de imponer en el juego, aunque el domingo, en su marcaje al hombre a David Silva, cumplió en tareas defensivas. Ni Guedes, ni Soler, ni Hugo Duro ni Helder Costa pudieron articular en buena parte del partido esas contras vertiginosas, porque el equipo solo sabía robar y pegar arriba, es decir, defendió para no perder. Y no lo hizo mal, la verdad; lo que pasa es que debería hacerlo mejor para que todo este entramado nos dé para ganar, que es muy distinto.
Ahora bien, la actitud debe ser esta de morder, de hacer el partido incómodo para el rival, de sacar de quicio a todo el mundo y en eso Bordalás es un maestro: me quedo con lo desquiciados que estaban los jugadores realistas con el técnico valenciano, culpándole de todo lo que estaba aconteciendo en el terreno de juego. Vi hasta seis futbolistas contrarios dirigiéndose a Bordalás con cierta vehemencia. Y mientras hacen eso no están en lo suyo. Excelente, entonces. Y de nuevo Foulquier, prolongando la voz de su técnico en el campo, o Wass, listo en la provocación de la expulsión y en la defensa de su compañero, al igual que Koba Lein, que ya merece algunos minutos más, visto lo visto… y por fin, también, he visto cómo varios jugadores han ido a consultar al árbitro algunas jugadas dudosas, etc. En fin, que la plantilla está viva, que de eso se trata, porque el flairplay está muy bien y es necesario y educativo y no debe perderse de vista, pero el fútbol te deja, dentro de su reglamento, algunos márgenes flexibles para luchar por lo tuyo de la manera que mejor consideres que puedes conseguirlo. Se trata de eso: este club necesita resultados, reestablecerse, reorientar su identidad, y solo conozco este camino de reforzar defensa y sus valores, aunque nos haga chiquititos por el momento. La idea es crecer desde ahí y lo que digan los demás rivales me da igual, porque nadie consigue nada en este mundo profesional por ser simpático, sino por competir de la mejor manera con las armas que tienes ¿significa eso que “todo vale”? No, y no puede ser educativo afirmar algo así. Simplemente significa que el fútbol está hecho para listos y aprovechar incluso tus carencias para convertirlas en virtudes es un acto de inteligencia aplicada, aunque esto desagrade a quienes tienen otras virtudes, quizá más rimbombantes. Bien por ellos, si han sabido juntar un equipo con toque y con calidad, pero bien también por nosotros si a falta de todo ello hemos reunido un grupo de jugadores que compiten como si no hubiera un mañana, interrumpiendo el juego, mordiendo en cada balón, sacando de sus casillas al rival o desquiciando a la afición contraria: hasta donde yo sé, eso es también fútbol. Pegar o agredir sin balón, insultar, intimidar físicamente y esas cosas no es tampoco ese “otro” fútbol que yo comento: eso no tiene cabida en este deporte, por eso, precisamente, se fue a la calle el central de la Real Sociedad. Eso, precisamente, es lo único que sobra o que no debería estar en el campo, así que tomad nota, señores realistas y señor Diego Rico y que os quede bien claro. Tampoco hubiese sido justo una victoria valencianista, pero esto va de aciertos y domingo el equipo de Bordalás acertó defensivamente y no lo hizo en el remate, ese fue el matiz.