VALÈNCIA. Siento ser tan negativo, pero es como veo las cosas. Mestalla ha asumido la muerte del Valencia CF a manos de Meriton y ha decido hacerlo en silencio. No digo yo que lo haga sin sentimiento ni dolor, pero el valencianismo ha decidido bajar los brazos y asumir su destino. Presos en manos de un empresario singapurense que sólo contempla el club como un medio para sus negocios personales. Para Lim esto es sólo una tarjeta de visita que le permite sentarse a determinadas mesas y que ha decidido mantener a coste cero.
La pandilla que tiene aquí vigilándole el cortijo son sólo la consecuencia de la consideración que tiene por su negocio. El amigo de su sobrino, el chófer y el amigo del amigo de su sobrino no tendrían jamás un puesto de la más mínima relevancia en ninguna de las propiedades que Lim considera importantes en su entramado empresarial. A los meritorios (tipos que aspiran a vivir toda su vida con un sueldo que emane del entorno de Peter) los tiene aquí con un único cometido: aguantar carros y carretas con un muy buen sueldo que sale de las arcas del club y que ejecuten las órdenes que lleguen desde Singapur. Anil, Joey y Teo no son más que una macabra consecuencia del verdadero problema. Ellos están aquí para ejecutar, simple y sencillo. Es más, cuando Lim ha advertido algún tipo de vínculo emocional entre alguno de los empleados que ha colocado aquí y el entorno del club (fundamentalmente la afición), ha procedido a relevarlos.
Y para su suerte y desgracia del Valencia CF no tienen que aguantar prácticamente nada. A Mestalla y al valencianismo le aplicaron la técnica de la rana en agua hirviendo (aquella de poner a la rana en una olla con agua e ir aumentando gradualmente la temperatura. La rana se va acostumbrando al calor y cuando viene a darse cuenta el agua rompe a hervir y la mata).
Mestalla comenzó cantando en diferentes fases del partido contra Lim y contra Anil y entonces llegó la iniciativa de Libertad VCF de aglutinarlo todo en el minuto 19. Una buena idea en principio que ha acabado por hacer de la protesta una rutina testimonial sin profundidad ninguna.
Mestalla, otrora volcánico -incluso a veces injusto- ha mutado en un dócil corderito, sumiso y débil que ha asumido su trayecto hacia el matadero. El mismo Mestalla que ha bramado contra el Pepe Ramos Costa que hizo un Valencia CF de campanillas, el que atronó con el "Paco vete ya" aquella tarde del gol del portugués Pauleta, la que le dedicó una atronadora silbatina a Jaume Ortí el verano posterior a la primera liga de Benítez por la falta de fichajes o la que cantó contra Manolo Llorente aquella tarde del 2-5 de la Real Sociedad y que le costó la cabeza a Pellegrino, ese Mestalla ya no existe. Ahora Mestalla es un reo que ha asimilado su camino hacia el cadalso.
Que en una tarde en la que el peor Barça de los últimos 15 años se pasee y te pinte la cara se pusiera más énfasis en pitar a Ferran Torres (que no seré yo quien diga que haya que aplaudirle) que en dedicarle una sinfonía de viento a los que se sientan en el palco, demuestra que Singapur tiene muy dominado el escenario gracias a la factoría de humo que han montado en Valencia (siempre hay gente que tiene un precio y en casi todos los casos no es muy alto).
Sin una reacción grande y continuada, esto ya no tiene vuelta atrás. Sin provocar incomodidad, va a ser imposible cambiar nada. No digo que con un clima menos dócil cambien las cosas, pero con esta bajada de brazos Singapur ya ha ganado la batalla. Mientras Meriton esté en Valencia aquí puede venir Bordalás, Gracia, Klopp o Guardiola, no va a haber proyecto. Y sin proyecto -antes o después-, la muerte es segura. Si alguno quiere ir llorando a cuenta, ese camino que ya lleva recorrido. No esperen milagros.