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Bobby Knight, entre la excelencia y la violencia

3/11/2023 - 

VALÈNCIA. Se ha muerto Bobby Knight. Para los de mi generación, que descubrimos el baloncesto en los 70 y nos enamoramos en los 80, Bobby Knight era una especie de ser mitológico. Y no lo fue por su historial en el baloncesto universitario estadounidense, donde se convirtió en una leyenda, ni por sus tres títulos de la NCAA, ni por ser el director del último equipo que completó una temporada perfecta, 32 victorias y ninguna derrota, en la historia del baloncesto universitario. Coach Knight era un ser elevado para los aficionados españoles de la época, a los que nada o casi nada llegaban de esas gestas, porque Antonio Díaz Miguel, el seleccionador nacional que elevó el baloncesto español a las nubes, lo citaba siempre como su modelo.

Vamos, que de la revolución de Bobby Knight en Estados Unidos vino después la revolución de Díaz Miguel en España y Europa. España pasó por delante de Italia, Yugoslavia y la URSS gracias a este entrenador apasionado que lucía unas modernas gafas doradas y que llevó a los Corbalán, Epi, Sibilio, Martín y compañía a la élite del baloncesto mundial. Su cumbre fue la final de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84, donde, casi en un guiño del destino, España perdió en la final ante una selección de Estados Unidos dirigida por Bobby Knight y en la que jugaba un chaval llamado Michael Jordan.

Knight, que ha muerto a los 83 años, era compañero de generación, como recordaba este jueves Ramón Trecet, de otros míticos entrenadores, como Mike Krzyzewski (Duke), Dean Smith (Noth Carolina) o John Thompson (Georgetown). Porque Knight marcó una época en Indiana, donde permaneció 29 temporadas como entrenador jefe. Los Hoosiers ganaron tres títulos de la NCAA de su mano (1976, 1981 y 1987), pero su técnico, además, modernizó su deporte con un ataque dinámico y su defensa hombre a hombre.

La pena fue que su legado, su portentoso legado -de ese manantial bebieron Díaz Miguel y muchos entrenadores más-, quedó manchado por un carácter volcánico, casi violento, que dejó escenas deplorables. La más famosa, probablemente, fue la del

día, en 1985, que lanzó una silla a la cancha después de que un árbitro le pitara una técnica en un partido contra Perdue. Pero hubo más, muchas más, demasiadas. Todd Jadlow, campeón de la NCAA en 1987 como jugador suyo, publicó sus memorias en 2016 y ahí contó que el coach era capaz de apretarles los testículos o ponerles a dar vueltas a la cancha mientras les ordenaba ladrar como perros. Jadlow se vio obligado a decir después que sentía un gran respeto por él. Y durante unos Juegos Panamericanos, al ver que dejaban entrar en la cancha 15 minutos antes de lo acordado a la selección femenina de Brasil, acabó agrediendo a un policía de San Juan de Puerto Rico. El seleccionador estadounidense fue condenado a seis meses de cárcel que nunca cumplió.

En 1986, en un hecho inaudito en aquella época (y un antecedente de las series documentales que ahora son tan comunes), Knight dio acceso total a las entrañas del programa de baloncesto de Indiana a John Feinstein, un periodista del ‘Washington Post’ con el que había entablado amistad en los Juegos de Los Ángeles. El fruto de aquella oportunidad fue un libro (‘A season on the brink’) que acabó convirtiéndose en una obra de culto en el periodismo deportivo norteamericano. Feinstein habló del trabajo exhaustivo de Coach Knight, de sus agotadores entrenamientos, pero también de sus obras de caridad o de su enorme popularidad en el Estado de Indiana. Años después, el periodista hizo una descripción del entrenador que define perfectamente al personaje: “Sus buenas cualidades son muy buenas. Sus malas cualidades son muy malas”.

Su abrupto final en Indiana vino marcado por dos incidentes. Uno había ocurrido tiempo atrás, pero se conoció en el año 2000 porque fue cuando salió el vídeo en el que se le veía apretando el cuello de uno de sus jugadores, Neil Reed. Eso le costó tres partidos de sanción, 30.000 dólares de multa y la advertencia de que no iban a pasarle una más. Por eso, cuando se produjo el segundo altercado, Myles Brand lo despidió fulminantemente. La última gota del vaso fue su reacción al saludo de un jugador que le llamó Knight sin más. Ni Coach Knight, ni Mr. Knight. “¿Qué tal, Knight?”, le dijo el chico. Y entonces el entrenador del pelo blanco se lanzó a por él, lo cogió del brazo con fuerza y lo maldijo. Tras su despido, miles de alumnos marcharon desde el pabellón de los Hoosiers hasta la casa del rector en señal de protesta. El 80% de los jugadores del equipo de Bobby Knight se graduaban en la universidad gracias a

que el entrenador les insistía en la importancia de ir a clase y estudiar.

Bobby Knight, el hijo de una maestra y un ferroviario, comenzó su carrera como entrenador en West Point. Este joven llegó a la academia militar como técnico asistente, pero en un par de temporadas se convirtió, con 24 años, en el entrenador en jefe más joven de toda la División 1 de Estados Unidos. De allí salió en 1971 con el sobrenombre de ‘El General’, preparado para darle brillo a la historia de la Universidad de Indiana, donde estuvo dede los 30 hasta los 59 años. Tras su despido no volvió a pisar el campus de la universidad en 20 años. Su último destino fue Texas Tech, donde cumplió su temporada 42 en la NCAA y donde se retiró con 902 victorias, el récord entonces. Ahora el tope lo tiene Mike Krzyzewski, que supera las 1.200 y que, curiosamente, jugó como base en aquel equipo de West Point dirigido por Knight.


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