VALÈNCIA. Cuando no se sabe si necesitas más un técnico o a un torniquete, corres el peligro de fichar a un técnico por torniquete. La llegada de Bordalás, por la extrema urgencia del club en sostenerse sobre sí mismo, le va a generar al entrenador la necesidad de convertirse en una navaja suiza capaz de acometer todo un abanico de tareas. Portavoz, delineante deportivo y hasta entrenador. Pero sobre todo una: ser pararrayos. La propuesta de valor de Bordalás, así de altiva, de sureña, de asilvestrada, sin almíbar -justo la antítesis de Celades-, es un reclamo perfecto para asimilar todo el ruido de la calle.
Cuando se especula con el riesgo que hay de que la arquitectura de Lim y la mole de Bordalás choquen polarizando sus disputas, se olvida de que en esta parte del juego lo que se disputa es el corto plazo. La atención inmediata. Pasar página. Aparentar que entramos en otra fase. Por eso cualquier opción tibia, cualquier entrenador sin costra, no hubiera cumplido con el objetivo fundamental: cambiar el tema de conversación. Ganar tiempo.
Si Bordalás no comienza pronto a quejarse de las intromisiones, de la lejanía en la gestión, de las promesas incumplidas, tal vez incluso podremos imaginar a un entrenador consecuente. El Valencia está en un punto del kilometraje que requiere pocas quejas -ya las conocemos todas- y muchas soluciones por parte de quienes lo integran.
Apelar al bilardismo de Bordalás es un antídoto preventivo frente a la tentación, que muchas veces experimentó el club, por viajar hacia neomenottis de todo a cien. La distancia cósmica entre decidirse por Setién o por Marcelino. Pero más que una apuesta fiel a un ideario de club, la elección del entrenador aparenta ser un lanzamiento más en la Ruleta de la Suerte en la que consiste seleccionar al técnico del VCF.
Hay partidos que, sin nadie olerlo, se impregnan entre las paredes de una institución. Ese Valencia-Getafe de enero de 2019 lo ha hecho de tal forma que Bordalás quedó emparedado en Mestalla a la espera de que Miguel Ángel Román cantara un un día el gol a su favor.
El Valencia necesita cambiar cosas mucho más trascendentes que su entrenador. En ocasiones, incluso, un entrenador es capaz de cambiar de arriba a abajo un club. Pero constatado tantas veces que este club a estas horas de siglo es impenetrable a los intentos de transformación, el mayor éxito de Bordalás se calibrará en base a cómo se interprete a sí mismo. Cómo de fiel sea Pepe a Bordalás. Llegado para atraer los rayos.