En las tiendas y en todos los visuales hay un acróstico que el Valencia ha colado sutilmente. Si uno se fija muy bien se puede leer: Carlos Soler, eres tú. Bueno, más o menos...
VALENCIA. Los ejercicios de mercadotecnia suelen desnudar las intimidades jerárquicas de un club. El Valencia, por incomparecencia, ha tenido problemas en los últimos años para encontrar un emblema que comandara la venta de camisetas, que comandara su imagen hacia el exterior. Paréntesis: hubo uno, Negredo, pero ya se sabe lo que ocurre cuando el club hace fichajes rutilantes. Cierro paréntesis.
En las tiendas y en todos los visuales hay un acróstico que el Valencia ha colado sutilmente. Si uno se fija muy bien se puede leer: Carlos Soler, eres tú. Bueno, más o menos. Desde la propia presentación de las camisetas hasta un paseo por la megastore (uy, he dicho megastore): Soler lleva el volante. Es él. No hay rastro de las vacas sagradas. Afortunadamente. Es fruto de una doble condición: 1) los encargados de liderar el equipo han fracasado estrepitosamente; por su fútbol y por su actitud para con la masa social, tanto que a quien compre sus camisetas deberían desgravarle en la declaración de la renta. Y 2) Soler es exponente del factor local, del apego, de la raíz; ha hecho trinchera en su habitación adolescente forrada de pósters del club.
Barría en redes el otro día una foto de un abuelo y su nieto yendo al fútbol con la camiseta del equipo solo que en una ponía a las espaldas ‘iaio’ y en la otra ‘nét’. Interconexión generacional. Una toma perfecta para un chute sentimentaloide. Soler es ya el nieto de todas las fotos, el garante de que la conexión entre el equipo y sus antepasados, sus valores, su espíritu (todo tan etéreo) permanezca. Rezuma valencianismo.
Soler es oro más allá de lo futbolístico porque exclama lo que la entidad necesitaba. No nos engañemos: reivindicar lo propio, la escuela, la casa, viene dado por la inoperancia del resto. Pero las mejores veces siempre responden a vacíos ajenos… Soler no tiene ni pizca de engreimiento, emana la ilusión del principiante, conserva el rostro del recogepelotas que aspira a saltar un día al campo.
Y el día ya llegó. En lo futbolístico ha demostrado capacidad para conducir, para ser cabecilla en momentos poco propicios. Pero ahora le alcanza el momento para hacer un Farinós, esto es, quitarle de la mente la pelota a sus superiores y lanzar su propio golpe.
La fase beta ha concluido. Soler, eres tú.