VALÈNCIA. El próximo 22 de mayo hará 13 años de la gesta. De uno de los pasos cruciales para que se consumara el inesperado ascenso del Levante de Luis García Plaza en 2010. No ha llovido tanto como para que la imagen que ilustra esta noticia pase al color sepia y desgaste el recuerdo de la multitud de levantinistas -casi el doble del medio millar que este domingo invadirá Cartagonova- que viajaron a tierras murcianas aquella temporada, pero sí fue un encuentro para enmarcar y guardar con código largo en caja fuerte. Este curso, entre los que accederán con entradas en la grada visitante y alguno que aterrizará por cuenta propia, algo más de 500 aficionados granotas volverán al estadio del Cartagena con la ilusión de vivir otro partido que suponga un punto de inflexión en la escalada hacia el ascenso directo.
El de 2010 fue todo un puñetazo sobre la mesa ante un rival, dirigido por Juan Ignacio Martínez, que había esperanzado a su parroquia con un posible doble ascenso (de Segunda B a Primera en dos temporadas, en caso de haber rematado aquella hazaña); el de 2023 ha de ser otra de esas citas que, haciendo cálculos y aguardando a sorpresas de oponentes directos, acompañe al Levante de Javi Calleja a olisquear las dos primeras posiciones de la Segunda División por primera vez este curso. De un 'ascenso bomba' -por lo sorpresivo en medio de temporadas de brutal látigo económico en el club-, a la ferviente necesidad de ascenso, precisamente a razón de ese mismo azote en forma de cuentas.
Más allá de las comparaciones emocionales entre la cita de una década atrás y la actual, el partido es uno de los más recordados en el imaginario granota. Por lo que ocurrió en el césped y también por lo que sucedió, lamentablemente, fuera de él. El Levante, a falta de cinco jornadas para la conclusión del campeonato, clasificaba segundo, tres puntos por detrás de la Real Sociedad y uno por delante del Cartagena. Los de Luis García aterrizaban a buen ritmo; los de JIM, con la sensación de que su gran temporada se estaba 'haciendo bola'. El millar de granotas en la franja visitante de Cartagonova -prácticamente todo el anillo inferior del fondo norte del estadio estaba teñido de blaugrana- y un gol de Robusté a los cinco minutos, congelaron el coliseo de un Efesé que acabó resurgiendo: Mariano y Víctor Fernández llevaron el encuentro decantado para el elenco cartaginés al descanso.
Sin embargo, lo que ocurriría en la segunda parte iba a caldear definitivamente lo que ya era una tórrida tarde casi en vísperas del verano. Con polémica y al poco de la reanudación, Rubén Suárez y otra vez Robusté iban a voltear el contador. Los futbolistas del Cartagena se quejaron con vehemencia de, primero, una mano de Rubén en el control del tanto del empate; después, de que el balón del 2-3 no había entrado por completo en el marco de Rubén Martínez -lo había sacado Pascal Cygan sobre la línea-. Además, ya en el primer tiempo, Cartagonova pediría al unísono una falta previa al gol inicial y, nada más arrancar el segundo tiempo, Txiki fue expulsado por doble amarilla y dejó al cuadro murciano con 10 durante todo el segundo acto. Con ese cóctel molotov, Javi Guerra -también con quejas rivales por control de brazo- solventaría con otras dos dianas que dieron el partido por finiquitado a 20 minutos del final. Solo Etxeita maquilló el marcador, que mostró un trepidante 3-5 a la conclusión.
Días antes del encuentro, JIM había elogiado al trencilla del encuentro, un Teixeira Vitienes que pitaba uno de sus últimos partidos en la categoría de plata -la siguiente campaña empezó a conducir en Primera-. "Junto a Del Cerro Grande, es uno de los mejores de Segunda", dijo el técnico tal y como recogió entonces la prensa de Murcia. El caso es que, en la mezcla entre arsenal de amonestaciones del colegiado, errores de un Efesé que pudo marcharse al descanso con una renta mayor -De Lucas tuvo una clara para abrir brecha- y estruendo granota en la grada forastera, la contienda iba a ir más allá del rectángulo de juego.
De hecho, Teixeria Vitienes reflejó en su acta algunas incidencias. "En el minuto 84 y tras la consecución de uno de los goles del equipo local, el público que se encontraba detrás de la portería del Levante y de entre los cuales se podía observar que portaban camisetas y bufandas del equipo local, lanzó al terreno de juego 2 mecheros y 3 botellas de agua de 50 cl vacías sin tapón, cayendo dentro de la portería sin impactar a nadie y siendo recogidos por mí", redactó el colegiado cántabro, que también recogió otro lanzamiento de objetos a uno de sus asistentes.
No obstante, lo más curioso es el suceso que Teixeira recogió al descanso al ser avisado por Andrés Garcerá, delegado del Levante entonces. "Al finalizar el descanso y cuando nos disponíamos a subir hasta el terreno de juego para comenzar la segunda parte, el Delegado del Levante se acercó hasta nosotros advirtiéndonos de que se estaba regando una única parte del campo, la parte donde atacaría el equipo local durante la segunda mitad. Esto pudo ser comprobado por nosotros en el momento de acceder al campo, lo cual fue advertido al Delegado de campo siendo apagado el riego inmediatamente". Una historia más de toda una saga de afrentas.
Y es que, pasada la hora de la conclusión del partido, los medios locales recogieron otro insólito incidente. Cuentan aquellas crónicas que mientras los futbolistas del Levante subían al autobús de regreso a Valencia, una multitud del Cartagena increpó a la expedición y, una vez ya en el autocar, Sergio Ballesteros se bajó los pantalones para enseñar el trasero a los aficionados. El excapitán sigue en el club de Orriols, aunque en otras labores. El que mantiene la suya es un Vicente Iborra que, como único superviviente de aquella ilusionante cruzada previa a un histórico ascenso, no estará disponible esta jornada.