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Cese de convivencia 

14/05/2022 - 

VALÈNCIA. La semana pasada escribí por aquí que a José Bordalás “se le estaba poniendo cara de kleenex usado” y… obviamente, no se trataba de un ataque al entrenador, sino de una reflexión basada en el análisis de sus palabras, el de sus silencios y, también, de los movimientos que se organizan desde las moquetas del Club -los públicos y los no tan públicos-. Una semana más tarde y, sobre todo, después de escucharlo tras el partido ante el Betis, la sensación es aún mayor. Vamos, que él está muy incómodo porque no ve al Club detrás suyo a la hora de ponerle gasolina a la idea que él tiene clara en su cabeza y que consiste en devolverle cierta ‘dignidad deportiva’ al Valencia desde la exigencia que ahora no existe. Y en laboratorio de ideas de Murthy & Cía ya han pasado pantalla: nos sirvió para ponerle cara y ojos a una operación publicitaria en la que lo presentamos como el guardián del ADN, con aquello tapamos el desastre de la temporada anterior, pero nos ha salido ‘contestón’ y, al fin y al cabo, el ADN del Valencia será el que a nosotros nos salga de los cojones. Ya vendremos otra moto.

La gran incógnita reside en el ‘cuándo’. ¿Cuándo llegará el instante en el que se materialice el ‘cese de convivencia’? Seguramente será cuando uno de los dos desenfunde y se anime a pagar para romper. Será pasado mañana, será este verano, será en el mes de septiembre como hicieron con Marcelino o será en otro momento pero aquella historia de amor escenificada en la rueda de prensa de hace un año, hoy anda empachada de engaños y desconfianza. Será cuando el técnico se harte del todo, será cuando reciba una oferta interesante, será cuando el ‘laboratorio de ideas’ encuentre la siguiente víctima propiciatoria o será, simplemente, cuando una sobremesa se alargue más de lo recomendable pero… será. El camión de la basura ya ha salido y con él una montaña de filtraciones con las que culpabilizar a Bordalás, como hicieron -en su día- con todos sus predecesores, de una temporada desastrosa.

Yo… entiendo a Bordalás. No entiendo que altere tanto con las acusaciones por su estilo de fútbol, creo que podría ejercer un poco más la autocrítica porque, por muy seguro que esté de lo que tiene entre manos y por mucha fe que tenga en sí mismo, es evidente que también habrá cometido equivocaciones que bien podría reconocer y corregir. Pero entiendo perfectamente su decepción. Ya es mala suerte que, cuando se presenta la oportunidad de dirigir a un grande, sea con esa ‘tropa’ en la sala de operaciones. Siempre me ha dado la sensación de que Bordalás tiene una idea para el Valencia -no basada el la contratación de estrellas rutilantes sino en la cohesión de un grupo disciplinado y muy exigido- pero se encuentra, una y otra vez, con la Gran Muralla de Meriton y eso le descompone. Lo entiendo. A ellos no les hace falta idea alguna para ponerla en práctica. Ellos son más de jugar a lo que no saben jugar. No les importa que se rompa en cien mil pedazos porque no existe un hilo sentimental que le una a él. El juguete es suyo y disfrutan restregándonos por la cara el ‘fardo’ de las acciones para que nadie olvide que aquí se hace los que ellos digan.

Tanto si lo tiran mañana, como si esperan unos meses, no creo que lleguemos a ver la idea que Bordalás tenía para el Valencia y creo que es otra oportunidad perdida: no porque piense que sea un entrenador infalible ni un secretario técnico mágico, pero sí pienso que es un tipo ambicioso dispuesto a contagiar esa ambición a todo el Club. Sí, siempre, la exigencia y la ambición son buenas compañeras, con mayor razón los son en tiempos de vacas flacas.
El entrenador quiere jugadores de ‘nivel Valencia’,  todos queremos un entrenador de ‘nivel Valencia’. Lo que sucede es que, al no tener unos dirigentes de ‘nivel Valencia’ todo lo demás … es casi imposible.

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