Somos bien delicados si nos molesta que Lim se haga fotos con su CR. A mí no me preocupa eso, lo que me preocupa es que apenas se las haga con los jugadores del Valencia
VALENCIA. Al joven Chery le han dado unos cuantos pespuntes a causa de una ocurrencia: entrar en el vestuario del Madrid, hacerse una foto con Arbeloa (el único futbolista que ha convertido sus penurias técnicas en un selecto atractivo) y fardar de la imagen. Chery ha recibido palos tal que un imbécil haciéndose selfies en la carretera a toda tralla. Chery, adentrándose en las fauces del vestuario local del Bernabéu, estaba dando negativo en el control de valencianía. Él no quería.
A Chery lo entiendo bien. Chery solo hizo lo normal. De un tiempo a esta parte el Valencia se ha estado amasando más en Madrid que en la ciutat, se ha hecho costumbre posar orgullosos junto a los futbolistas madridistas. Que Chery pose exultante junto a Arbeloa en su caseta después de haber perdido un partido es rutina. Hace unos días el propietario del Valencia posaba junto a Cristiano Ronaldo días antes del partido en una imagen feliz que el luso exhibía como si estuviera posando junto a Arbeloa. Somos bien delicados si nos molesta que Lim se haga fotos con su CR. A mí no me preocupa eso, lo que me preocupa es que apenas se las haga con los jugadores del Valencia.
Tampoco me preocupa que buena parte del día a día del club tenga lugar entre Singapur y Madrid, lo que me preocupa es que casi no tenga lugar en Valencia, que el propietario desfile por aquí de trimestre en trimestre empaquetando sus reuniones trimestrales en una jornada de Westin, despachando negociados diversos sobre una misma mesa.
Todo es síntoma y anécdota, todo es reflejo de algo: el entorno gestor del Valencia conoce poco Valencia; el club ha ido perdiendo soberanía a pasos agigantados hasta el punto de tener sus sedes principales fuera de la ciudad que le da nombre. Es como si a esta franquicia le hubiesen trasladado la ubicación y no nos hubiéramos dado cuenta.
Comenzó con el ‘caso Bankia’. Llevó a que los asuntos cardinales de la entidad se resolvieran en Madrid y la de Valencia pareciera solo una sucursal. Está terminando en el Txistu, definiéndose la política deportiva a golpe de mesa madrileña. Insisto, que sea Madrid o el Congo Belga es poco relevante. Lo importante es la pérdida de autoridad del Valencia sobre sí mismo, la poca presencia sobre el terreno de quienes lo dirigen (expectante ante una prueba de algodón: ver si todo ha cambiado y Suso manda algo más allá de su presencia estética).
El desliz más delirante sucedió tras la última visita de Lim a Valenciastán, en la que terminó siendo el ex presidente del Barça quien ejerció de portavoz. Já.
Chery no lo hacía con mala intención. Se acercaba a Arbeloa con admiración canterana. Chery repetía pautas en el club depositario de su cesión: pasar demasiado tiempo en vestuarios ajenos y poco en el propio.