Recorrer el Parque Nacional de los Pirineos; hacer la "Colgad", entre Colliure y Cadaqués; tomar las aguas termales de origen romano; pasear por el bosque de hayas más extenso de Europa y visitar la Reserva marina de Banyuls. Estos son los cinco planes veraniegos del Pirineo francés, perfectos para disfrutar del aire puro tras el confinamiento, si se puede (#cuandotodopase).
1. RECORRER EL PARQUE NACIONAL DE LOS PIRINEOS
Está al lado de casa y es uno de los principales parques nacionales de Europa. El Parque Nacional de los Pirineos se extiende sobre 45.707 hectáreas repartidas entre dos departamentos: Altos Pirineos y Pirineos Atlánticos. Alberga los circos glaciares de Gavarnie, Estaubé y Troumouse; y, algunas de las cumbres más altas y valiosas de los Pirineos franceses siendo el punto culminante, la gran cima del Vignemale que se alza a 3.298 metros de altitud.
El Parque Nacional de los Pirineos está formado por una diversidad de sitios naturales como el gran macizo de piedra caliza de Gavarnie, la montaña de granito de Cauterets, la elegante silueta de origen volcánico del Pic du Midi que alberga una múltiple fauna y flora de especies autóctonas y emblemáticas; y, dos espacios protegidos gestionados por el parque nacional: Néouvielle en el valle del Aure y la reserva natural de los buitres leonados en el valle de Ossau.
Con 2.313 hectáreas, en el macizo de Néouvielle (Altos Pirineos), el agua se hace omnipresente con más de 230 lagos de altitud. La vista maravilla a cada paso, por los senderos, por esa cadena de lagos cuya corriente fluye en forma de pequeñas cascadas. Los lagos más jóvenes se codean con los ancestrales, y es fácil reconocerlos por sus aguas frescas y claras. No te pierdas el Gaube.
2. HACER LA "COLCAD", ENTRE COLLIOURE Y CADAQUÉS
Calas diminutas, puertos pesqueros y viñedos; colores y olores que se entremezclan en una suma de cultura y tradiciones. La "Colcad" es una caminata preciosa que discurre entre el rojizo pueblo de Collioure y el blanco Cadaqués; entre mar y montaña.
Una ruta no señalizada oficialmente que cada año atrae a muchos senderistas que se dejan llevar por sus descensos y ascensos (olvídate de las rectas y los planos) hasta alcanzar las crestas de los Albères. Una extensa costa de 50 kilómetros erosionados por el Mediterráneo, con una cadena de poblaciones de distintos tamaños donde en algunos de sus tramos, los Pirineos franceses avanzan y bucean ante los pueblos costeros. Disfrútala y recórrela a tu aire.
3. TOMAR LAS AGUAS TERMALES
8 localidades y hasta 16 centros termales de aguas sulfuradas componen la Gran Ruta de los centros de agua termal, de origen romano y promovida en el siglo XVII por Napoleón III, que va de Biarritz a Bagnères de Luchon y que cuenta poblaciones como Argelès-Gazost, Bagnères de Bigorre (la más antigua del lugar), Barèges, Beaucens, Capvern-les-Bains, Cauterets, Luz-Saint-Sauveur y Saint-Lary.
Uno de los templos termales más destacados son los Bains du Rocher de Cauterets que ya en el S. XVI contó entre sus clientes a Catalina de Médici, entre otras personalidades de la realeza y la aristocracia europea en el S. XVI. Además, hasta la década de 1930, las carreteras termales eran apenas caminos rurales. A partir de esta fecha se lleva a cabo una reforma integra de las carreteras nacionales francesas.
4. PASEAR POR EL BOSQUE DE HAYAS MÁS GRANDE DE EUROPA DE IRATI
En las fronteras de Soule, en los Pirineos Atlánticos, se halla el bosque o la Selva pirenaica de Irati. Pasear por el bosque de hayas más grande y más antiguo de Europa; y, a su vez, observar la inhóspita naturaleza en forma de las inmensas copas de los árboles en excelente estado de conservación produce una de las sensaciones más bellas e increíbles. Cuenta con un total de 17.300 hectáreas; y, si bien los primeros aventureros tuvieron el coraje de acceder en 1629, la ruta se asentó en 1964.
Hace siglos, a pesar de la complejidad del terreno y de su superficie accidentada, la Marina Real vio en el bosque de hayas, la oportunidad de hacer remos de galera y mástiles de barcos. Así que los largos troncos de madera fueron llevados en el momento en el agua descendiendo la Nive desde el bosque de Irati hasta Bayona.
Ahora, la explotación forestal sufrida tiempos atrás es inexistente y en su lugar, la masa arbórea se extiende en tres reservas naturales perfectamente conservadas: Mendilatz (valle de Aezkoa), Tristuibartea (Selva de Irati) y Lizardoia. Hay muchas rutas y senderos para recorrer y disfrutar en plena naturaleza, siendo uno de los senderos más singulares el sendero interpretativo de Errekaidorra, de 10 quilómetros.
5. VISITAR LA RESERVA MARINA DE BANYULS, A LOS PIES DEL PIRINEO FRANCÉS
Una ruta bonita y breve para hacer con los más pequeños es la que une las localidades francesas vecinas de Cerbère y Banyuls. El recorrido de 2 quilómetros discurre entre costa y viñedos, y ofrece espectaculares vistas al Mediterráneo y a los acantilados de la Reserva marina natural.
La Reserva natural de la marina de Cerbère-Banyuls fue construida en 1974, en la carretera de la Costa Bermeja, al pie del macizo de Albères (también se la conoce como el contrafuerte de la cadena de los Pirineos franceses). Se trata de uno de los 10 sitios del mundo más comprometidos con los ecosistemas marinos y biodiversidades (Premio Global Refugio Oceánico).
La reserva marina cuenta desde 2013 con la etiqueta "Lista verde" asignada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En 2018, el centro fue galardonado por el Marine Conservation Institute por su preservación de la biodiversidad y los ecosistemas marineros (solo se han otorgado 39 sitios en el mundo).