VALÈNCIA. Tres partidos, una medalla de bronce, un galardón de mejor portera de la competición y otro de mejor jugadora promesa. Esa ha sido la hoja de servicios de Clara Pérez, firmada a sus 22 años, en la reciente finalizada Copa de la Reina de Hockey celebrada en Madrid.
Nuevos reconocimientos para la actual portera del Atlètic Terrassa, que no hacen más que confirmar, si ya no lo estaba, su consagración en la élite de este deporte. Algo que no debería sorprender en una guardiana catalana, que pronto, muy joven, debutaba bajo los palos del primer equipo femenino del Línia 22.
Allí, en lo que es y será siempre "su casa", se hizo ama y señora del arco del Estadio Federativo de Terrassa, el ahora denominado Martí Colomer.Y es que todo en la vida de Clara ha ido a gran velocidad. Bajo unas premisas que combinan el talento y la superación constante, la arquera tuvo la oportunidad de enfrentarse al reto de ser parte de un equipo aspirante a los máximo.
Así lo hizo en la potente escuadra que había formado el Junior. Pero no era el momento y no tardaría en regresar al Línia 22, pero en este caso, para salir de la portería. Entre medias, un histórico título continental Sub-21 con la selección española, donde sus actuaciones fueron fundamentales para colgarse esa brillante medalla de oro. Pero era tiempo de volver a la cuna, aquella que le unió a ese palo alargado con el que se maneja una bola.
Algo que disfrutar, ahora como delantera y en el que también la convertiría en referente para sus compañeras a base de goles.Sin embargo, su historia, esa que está bordando en letras doradas, la esperaba en el lugar adecuado, ese que la deja sobre el campo más cerca que nadie de las redes y los postes. Así y sin haber disputado ni un partido en su reencontrada posición, el equipo nacional la volvía a convocar para la cita continental júnior.
Pese a la quinta posición lograda, sus actuaciones volvieron a enseñar al mundo su valía, recompensándola con el reconocimiento como mejor guardameta del europeo.Esa es Clara, quien bajo un aire desgarbado y algo pasota, se encuentra un animal competitivo, voraz y que saca lo mejor de si en los momentos de mayor tensión y dificultad.
Una competidora que tiene ese aura que entorna y acompaña a los y las más grandes deportistas, eso que les hace diferentes, que abre sus caminos a marcar época y que tienen difícil explicación lógica. Una estudiante de medicina que se encarga de proteger la salud de sus defensas con pies imposibles y sticks inverosímiles, los cuales llegan a los recodos más difíciles para evitar que las bolas profanen lo que es ya su reino.
Un camino que seguirá escribiendo también como RedStick, acortando pasos en el camino de sentarse en la mesa de las Mariví González, Chus Rosa, López De Eguilaz o María Ángeles Ruíz, auténticas leyendas de las guardas dentro del hockey español.