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Cocinando las encuestas de Neville

En estos primeros días de Gary Neville como entrenador, es difícil no haber escuchado o leído en diferentes medios la bisoñez del que fue lateral del United

18/12/2015 - 

VALENCIA. Es curioso esto del viento. Conforme sople, a favor o no, se ensalza o se censura. Y no hay nadie libre de pecado en este doble rasero, así que vayan escondiendo las piedras. Ejemplos, a porrones. Partidos de la selección española que son denostados por no jugar ninguno de los nuestros, pasan a ser motivos de acalorados debates si no salen de partida alguno de los cachorros valencianís. El 'fer com fan no és pecat', trasladado al coure del balón.

Somos tan iguales y a la vista tan distintos, que diría Loquillo. En estos primeros días de Gary Neville como entrenador, es difícil no haber escuchado o leído en diferentes medios la bisoñez del que fue lateral del United. Y con saña meter el dedo en aquello que está donde está por ser amigo del dueño. Que méritos ninguno, solo su trayectoria como comentarista de la tele y que ya ves tú que corral de gallinas es este Valencia, que ni planifica ni nada.

Pues bien, tetes, hete aquí que este que les escribe, tirando de barra y de café madrugador, se echa a la cara una portada de un periódico deportivo donde, a ful, hablan de dar la dirección de uno de los equipos Top a un entrenador de Segunda B como sustituto del entrenador actual que, desde 2004, ha ganado títulos en todos los equipos que ha entrenado. Con trayectoria fantástica como futbolista, sí, pero entrenador de Segunda B y que, si no recuerdo mal, tuvo algún problemilla que otro con su licencia, no estando del todo en regla.

Imagino a Gary, en sus clases de castellano, con el profesor o la profesora, tratando de leer los artículos y flipando en colores. Vaya, sin ninguna duda allá en el centro y aquellos mismos me tachan de enchufado. Y no es tema para pasar por alto. Así funciona este negocio de los medios en nuestro país. A unos les niegan el pan y la sal y a otros, con mismos méritos, reproches cero.

Y bien hará Gary en tratar de entender estas peculiaridades. Porque, a diferencia del fútbol inglés, el partido a veces es lo de menos. Árbitros presionados por los medios, designaciones arbitrales sospechosas, campañas orquestadas desde chiringuitos de voceros de medianoche, presidentes con periodistas en los bolsillos... Un circo mediático, Neville. No se si será mejor no leer ni entender nada de eso por mucho que le pique la curiosidad de hacer click en el traductor automático de Google para ir rompiendo mano con el idioma.

O mejor, que no lo haga. Que se aísle de todo, que no es más que porquería y ruido. Mucho ruido. Y que viva la ciudad y sus gentes para así entendernos a nosotros, que seremos los que tiene más cerca. Y seremos los que de verdad respondamos ante su trabajo y hablaremos con sinceridad cuando salga, que saldrá, la típica encuesta valorando su trabajo como técnico. Quizá el libro del compadre Molins le pueda ayudar, ahora que Valencia está más blanca y viva que nunca.

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