VALÈNCIA. Los colaboradores de Plazadeportiva.com muestran su visión sobre el FC Barcelona - Valencia CF:
RUBÉN URÍA
Con la venia y con todo el ánimo de ser ventajista, al amparo de una noche mágica de celebración del valencianismo, conviene darle al César lo que es del César: Marcelino García Toral cogió un equipo desnortado, caótico y perdedor y en dos años, ha devuelto un equipo unido, reconocible y campeón. El asturiano, que pese a quien pese y se diga lo que se diga, es el mejor entrenador que puede tener un club como el Valencia CF, contó en los momentos delicados con el apoyo de Mateu Alemany. Esa pareja, uno gestionando en los despachos y otro liderando en el banquillo, le ha devuelto al Valencia el orgullo. Ambos, con el apoyo de unos jugadores que se han puesto a la altura de la exigencia de Mestalla, son los artífices de un Valencia, once años después, campeón. Honor a quien honor merece.
VICENTE BAU
IMPRESIONANTE
Jamás lo hubiera creído tal como sucedió. El Valencia, un inteligente Valencia, fue capaz de doblegar a un poderosísimo Barça con todas las de la ley. Jugó con cabeza, jugó con astucia, marcó dos golazos épicos y solo encajó casi de rebote uno de Messi en una meta fantásticamente defendida por Jaume. El Valencia jugó de cine, con cabeza y en el juego perdió a su líder pero eso no influyó para perder los papeles a favor de los blaugranas en una final épica. Y la afición, esa sí que ganó desde el minuto cero el encuentro a la escuadra catalana. Afición valenciana en Sevilla, valenciana en Valencia, valenciana en mil partes del mundo y en todas esas partes lágrimas en los ojos por lo conseguido en una jornada histórica. Y miren una cosa, yo ahora estoy llorando un poquito pero son lágrimas de alegría y felicidad. La jornada fue inmensa. Y eso, no lo duden, te da permiso para llorar de alegría a lo bestia.
VICENT MOLINS
El 29 de enero, cuando el vértigo del 3-1 contra el Getafe, Rodrigo dijo la frase: “esto es lo que somos”. Desde entonces, todo lo demás. El proyecto que pudiéndose abrasar, quiso resistir, esperar, tirar de ese hilo frágil, creer en las señales que la daba la montaña rusa de las eliminatorias. Esto es lo que son, un grupo aguerrido, con anchas limitaciones pero un coraje denodado, honrados. El partido ejemplificó el ‘lo que somos’. Fogonazos rápidos, resistencia y hasta la ceremonia de encumbración de Parejo, la construcción en vivo de un mito inverosímil. Tras él, la angustia de un trance en el que cada jugada suponía un dolor. Por si lo olvidamos, qué sensaciones de infinita felicidad puede generar esta adicción. Es el tiempo de la estabilidad, de mejorar el proyecto, de seguir el ritmo de este equipo, de esperar cuando vuelvan a encallar.