VALÈNCIA. Los colaboradores de Plazadeportiva.com muestran su visión sobre el Valencia CF 1-1 Sevilla FC:
ALBERTO SANTAMARÍA
La próxima Champions estuvo a un minuto de ser historia para el Valencia. Al menos vía Liga. El empate in extremis de Diakhaby no evitó la pañolada y la pitada de Mestalla. Los 10 puntos de distancia continúan convirtiendo el objetivo casi en una quimera. El conjunto blanquinegro tuvo la posesión, dominó pero tampoco ganó. El método Marcelino comienza a tener fecha de caducidad. Todo lo que no sea un cambio drástico, empezando por el discurso, acabará pronto con la paciencia de Peter Lim. El dueño que, por cierto, comprobó en primera persona que su proyecto en el año del Centenario -que todavía duele más- se está yendo al garete. A nueve de diciembre y con más de media temporada por delante. Muy triste.
VICENT MOLINS
El desenlace final a un par de semanas definitivas, con infinidad de excusas y espejismos, es el gol de Diakhaby. Lo usarán de atenuante, debía ser la señalización, un ligero alivio desde el que enfrentarse cara a cara con el destarifo. Porque esto es un Valencia que solo confía en pequeños tirones y, si no sale victorioso de episodios puntuales, acaba sepultado por su propia incapacidad. Un problema grave que parte de arriba, de un ataque tan estéril tantos millones después. Y ante ello, el inmovilismo. ¿Hay alguna propuesta de solución más allá del simple voluntarismo?
VICENTE BAU
Empate con bronca
El Valencia comenzó el partido con un tifo para animar a su equipo y organizado por Murthy y al final, pese al empate in extremis del Valencia, esas cartulinas del tifo pedían la dimisión del propio Murthy y de alguna forma de Marcelino, y todo ellos con Peter Lim siendo testigo ocular del enlace. El Valencia lo intentó casi todo para ganar al Sevilla pero la escasez de acierto volvió a dejar en evidencia los fichajes de Marcelino. El empate sirve para muy poco y la escasez profunda en el ataque del Valencia su afición lo toma ya como una tomadura de pelo. Empatito que sirve de muy poco y bronca terrible en la grada. Tristeza.
JOSEP LIZONDO
Contra un frontón jugó el Valencia. El de ayer es partido para verlo en bucle, ahí están todas las carencias reflejadas en 93 minutos. Ni un pase interior. Apertura a banda y centro a ninguna parte. Cero desbordes... y encima lo poco que generas sale del balón parado, la gran tara del año. El colmo. Lo demás no tengo ni fuerzas ni ganas para explicarlo. Total, para lo que sirve. Que aprenda el que tenga que aprender quién es de fiar y en quien se puede confiar. Diakhaby ha forzado la prórroga. Y no habrán penaltis.
MANOLO MONTALT
Instantáneamente neamente como reacción al gol de Diakaby, Mestalla respondió con bronca y pañuelos. En ese preciso instante la televisión que ofrecía el partido da un primer plano del banqiillo del Valencia CF en el que tras la celebración destaca el semblante de Marcelino y de Rubén Uría (su segundo). Las caras son serias, de preocupación, de tener delante una realidad que niegan aludiendo a la mala suerte, o a la falta de puntería. Pero la realidad se les desploma ante sus ojos, el equipo es pura impotencia y el proyecto de la temporada del Centenario ha caído con estrépito.
Al equipo le falta casi de todo, pero fundamentalmente elaboración y remate porque los fichajes están teniendo un rendimiento paupérrimo y porque el cuerpo técnico se empeña en aplicar una única medicina pese a que los hechos dicen que resuelve pocos problemas. Este Valencia está más cercano al de hace tres y dos años que al de la temporada anterior. ¿Quizá fue el año pasado un espejismo?