opinión

Cometieron dos errores

4/01/2019 - 

VALÈNCIA. Verano ilusionante, invierno crudo. A un periodo de fichajes en los que la teoría indicaba que el Valencia Club de Fútbol tendría mejor plantilla que
el curso anterior, le sucedió una realidad que pesó más que cualquier
opinión. Más que la de Marcelino, que propuso, y más que la de Mateu, que
dispuso. Y más que la de la opinión pública, porque una abrumadora mayoría
de opinadores, gurús y periodistas jurábamos y perjurábamos que, a falta de
música, la letra sonaba bien. Y cuatro meses más tarde, se ha descubierto
el “panettone”. Estábamos equivocados. De cabo a rabo. Porque en cuanto
sonó la música en Mestalla, lo que tenía que sonar como Las Cuatro
Estaciones de Vivaldi antes de jugar, ha acabado sonando como el Ave María
de Schubert los días de partido. Y sí. El Valencia, de la mano de Marcelino
y Mateu, cometió dos errores. Uno, Batshuayi. Otro, Gameiro.

En el caso de Michy Basthuayi, un delantero contrastado, de buena
reputación, números notables y potencia física, el error ha sido
multifactorial. Se asumió su sueldo astronómico -precisamente no cobra en
Sugus de piña el muchacho-, se eludió que llegó con sobrepeso, se pasó por
alto su poca capacidad de adaptación y se sobreestimó el efecto que podría
tener en el resto del vestuario un jugador que ni estaba en óptimas
condiciones ni era capaz de preguntarse qué podía hacer él por el club y no
el club por él. Así que “Batman”, que servidor creyó que sería una
alternativa poderosa que iba a darle el gran salto de calidad a la
delantera, ha terminado siendo una caricatura de su mejor versión -que la
pudimos ver y apreciar, por cierto, en el Mundial-, dejando huérfanos de
razones a los que pensamos que le daría muchísimo al escudo y la causa del
murciélago. Pues no. Error.

Luego está lo de Kevin Gameiro. Cuando el VCF decidió ficharle, por ser
petición expresa del míster, opiné y escribí que no era una opción que me
enamorase, que era un jugador que no me llenaba los ojos pero que, en las
últimas cinco temporadas, había hecho, bien, mal o regular, jugando poco o
mucho, cien goles. El caso es que cuatro meses después, como escribe al
maestro de periodistas Manolo Montalt, ahora el VCF, visto lo visto, ya
sabe que ha firmado un pleno de fracasos en el ‘outlet’ del Cholo Simeone.
Siqueira, lesión crónica; Mario Suárez, rendimiento flojo; Luciano Vietto,
arranque de caballo andaluz, parada de burro manchego; y ahora Gameiro, que
antes necesitaba cuatro ocasiones para convertir un gol y que ahora
necesita veinte para anotar una.  No es triste la verdad, lo que no tiene
es remedio.

Primero, Gameiro. Después, Batshuayi. Cometieron dos errores. Y el VCF lo
sabe. Así que ahora, cuando el club sólo tenía dos alternativas, no confiar
en su entrenador o seguir confiando en él, ha apostado por asumir esos
errores, tratar de subsanarlos y volver a confiar en el criterio de
elección del asturiano. De tal suerte que ahora el VCF necesita reparar sus
errores en un mercado de invierno complicado, denso y sin demasiados
“chollos”. Primero tiene que sacar a Batshuayi -a ver quién es el guapo
que le paga esa soldada con el rendimiento ofrecido y a mitad de temporada-
o a Gameiro -le han firmado tres temporadas y cuatro meses después resta
más que suma-, poder liberar un poco de dinero y con lo que sobre más lo
poco que quedaba en la caja, ir a por un volante de banda y por lo menos,
un delantero que tenga eso que está matando al VCF, el don del gol, la
pegada.

Suena “Chicharito” Hernández, que siempre tuvo gol pero que lleva tiempo
sin tenerlo. Y suena Denis Suárez, un buen jugador que siempre acaba siendo
la mitad de lo que dicen que es con casi todos los entrenadores. Así que la
cosa no será fácil. Para que entren primero hay que dejar salir, para que
salgan antes hay que encontrar destino y comprador, y cuando ya se tenga,
hay que sacar a los que restan más que suman incluso cuando ellos no se
quieran ir.  Ahora hay que tragarse el sapo, asumir los errores cometidos,
carretera y manta. Pero con mucha vista. Lo que se traiga ahora no puede
hipotecar la maltrecha economía del club. Y además, tiene que mejorar algo
lo que hay. Cometer dos errores de bulto duele. Cometer un tercero sería
imperdonable. Los periodistas malos, como en mi caso, nos lo podemos
permitir. Sacamos la pata de donde la hemos metido, pero no tenemos
responsabilidad, ni cargo. El club, en cambio, no puede permitirse otro
gatillazo porque ni hay dinero, ni sobra paciencia. Valor y al toro.

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