Hoy es 11 de octubre
VALÈNCIA. Vaya por delante que no tendré la osadía de opinar acerca de la calidad -o no- de las tres caras nuevas con las que el Valencia se ha reforzado en este mercado de invierno. Al menos yo no los he visto jugar y si en alguna ocasión lo he hecho, no lo recuerdo. Situación que no habla demasiado bien de mi memoria... o de su nivel futbolístico. Y sinceramente prefiero pensar que me estoy haciendo mayor, pierdo retentiva y ya no me acuerdo de las cosas.
A la espera de comprobar cuál es su rendimiento, ni Cutrone ni Ferro ni Oliva van a tener demasiado tiempo para adaptarse. Apenas van a contar con cuatro meses por delante para demostrar que su futuro en blanquinegro no se limita tan solo a una triste media temporada. Los tres tendrán que aprovechar las oportunidades que les brinde Javi Gracia. El técnico navarro tiene la llave. El mismo que decía no conocer nada sobre sus posibles llegadas a 48 horas del cierre del mercado será el encargado de decidir si van a jugar mucho, poco o nada. Decida lo que decida, el papel del míster no va a resultar sencillo. Me explico: si los pone y no están a la altura, mal; si no cuenta con ellos, será acusado de cobrarse su particular vendetta por el hecho de que él no haya tenido nada que ver en los refuerzos de enero. Pase lo que pase, el entrenador -quizá injustamente- va a tener una complicada salida.
Como complicado será el encuentro del próximo domingo ante el Athletic Club. Visitar San Mamés nunca es fácil pero lo es todavía menos si en su banquillo se sienta Marcelino García Toral. En menos de un mes, el ex preparador de Mestalla le ha dado la vuelta a un equipo que ha cambiado la mediocridad por competitividad. Campeón de la Supercopa, los leones solo han caído en el Camp Nou ante el Barça y haciendo sudar sangre al combinado de Ronald Koeman. Vamos, que el sello del asturiano se ha instaurado en Bilbao casi tanto como quedará para siempre en los corazones valencianistas tras levantar el título copero en el Villamarín en el año del centenario.
Pero antes de que comience a rodar la pelota, el partido arrancará en las ruedas de prensa previas de ambos entrenadores. En la de Gracia porque el navarro tendrá que salir al paso de su supuesto no conocimiento del mercado de fichajes sin entrar en una nueva polémica con el club y en la de Marcelino porque el asturiano, conociéndolo, intentará no avivar el fuego pese al daño que le hicieron las formas en su adiós a Mestalla. Sin embargo, todas las miradas estarán centradas en él. Cualquier gesto, los saludos a sus ex futbolistas, los abrazos que seguro que se darán -con PCR negativa previa- serán, sin duda, el foco de atención también durante y después del encuentro.
Pese a ello, la realidad del Valencia actual no pasa tanto por la vertiente sentimental que supondrá volver a cruzarse en el camino con el último técnico que te hizo campeón. El hoy se centra en una cifra: 42 puntos. Todo se resume en sumar cuánto antes los guarismos necesarios para no tener que verse abocados al sufrimiento durante todo lo que resta de Liga. Esté enfrente Marcelino o cualquier otro entrenador. Ahora es el momento de Gracia, de demostrar que es capaz de sacarle rendimiento a esta plantilla. La que hay. Ni más ni menos. Con los nuevos fichajes o sin ellos el vestuario tiene más equipo de los 23 puntos en 21 jornadas que refleja la clasificación. El domingo toca demostrarlo.