/ OPINIÓN

Confianza o desánimo

31/10/2021 - 

VALÈNCIA. Entre la pelea por ganarse un puesto en esa zona de confort que es la mitad de la tabla y la lucha por eludir el descenso, me quedo con lo segundo. A mí me aburre la mediocridad. Pero mucho más la monotonía. Soy muy inquieto, nervioso, de comerme las uñas en cada partido del Valencia…  Y sin esa mágica sensación que trasmite el fútbol cuando hay disputa, cada partido se convierte en una aburrida rutina. Es cierto que siempre te puedes quedar con algún detalle de calidad de un jugador, o esa acción inesperada que te produzca hilaridad, pero la verdad es que sin tensión competitiva el apetito futbolístico decrece.

Para estar en zona de nadie en la tabla, sin poder mirar para arriba en la clasificación ni preocuparse por si suman los de abajo, prefiero explorar otras opciones. Como, por ejemplo, la de ver jugar a los equipos de la cantera. Aunque sea a los peques de la Escuela. Soy de los que prefiero que el Valencia luche por un objetivo definido. Sea cual sea el mismo. Es obvio que prefiero la Champions, pero huérfanos de esa competición, me motiva más celebrar el gol de Tendillo al Madrid (como así lo hice en el estadio aquel año 83) antes que ver al equipo adormecido en el sofá de la duodécima posición. Incluso aunque me pueda costar el infarto. Prefiero correr ese riesgo. Y como yo, creo que muchos otros.

Para mí el fútbol es emoción. Quiero un Valencia que nos mantenga en la pelea por engancharse a Europa hasta donde le alcance. Ya lo advirtió el otro día Gabriel Paulista. Como también lo hizo Gayà. Hay que luchar por una plaza continental. No queda otra. Estaré satisfecho incluso si se pierde ese último tren en el arcén, pero el equipo ha sido capaz de mantenerme intacta la ilusión hasta el final.  Pensar en esa larga travesía por el desierto a la que parece abocado el club me desespera. La idea de ver al Valencia con el cartel de salvado antes de dos jornadas, como si se tratara de un recién ascendido, me supone un desánimo monumental. Por desgracia, desde la llegada de Peter Lim, la deserción de Mestalla sigue en aumento debido a esta circunstancia.

Como ya he dicho, o peleamos por regresar a Europa o lo hacemos por eludir el descenso. Prefiero una de las dos cosas. La indiferencia me mata. Si no hay agitación, exaltación, conmoción o temor, cualquier otra cosa es un polvorón difícil de digerir. Dejando al margen el partido ante el Villarreal, esperemos a ver lo que sucede en las próximas jornadas ante el Atlético, Real Sociedad y Rayo. Esos partidos que nos darán una idea de lo que nos espera este año. Y sí, aún me queda algo de optimismo. Pese a los últimos resultados, si algo me dice la experiencia, es que aún se está a tiempo de recuperar nuestra mejor versión. Porque el simple hecho de pensar en otra temporada decepcionante me abate.

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