Ese fue el mejor regalo que se llevó el Valencia CF del barrizal en que terminó convertido el césped de San Mamés después de todo el día lloviendo y de 93 minutos de lucha intensa de ambos equipos
BILBAO. Eliminatoria abierta. Ese fue el mejor regalo que se llevó el Valencia CF del barrizal en que terminó convertido el césped de San Mamés después de todo el día lloviendo y de 93 minutos de lucha intensa de ambos equipos.
A los puntos los bilbaínos fueron ganadores por goleada. Esa no se vio reflejada en el marcador porque el delantero más en forma del fútbol español, Aritz Aduriz, no tuvo su noche cara al gol y porque el australiano Ryan demostró que ahora mismo está en forma para ser titular siempre que se lo pidan o le toque serlo.
El fútbol es tan grande que el Valencia CF tendrá la opción de remontar en Mestalla junto a su gente y en plenas fiestas falleras el próximo jueves. Para ello tendrá que ser capaz de hacer varios goles y dejar su portería a cero. Esto último parece un milagro viendo la temporada del equipo.
En el primer asalto casi todo estuvo condicionado por la lluvia torrencial que cayó durante todo el día en la ciudad vasca y durante muchas fases del partido disputado en la catedral. Los leones salieron a buscar a un Valencia que en los primeros veinte minutos estuvo muy ordenado atrás y con bastante solvencia defensiva. Sin duda, en la defensa mandó el mejor Abdennour que ha jugado con la camiseta de blanquinegra. El tunecino, por fin, dio su mejor versión y se mostró como un central de altura.
Pero eso no sirvió para tapar una subida por la derecha de Susaeta que Ryan desvió, ni para evitar el primer y único tanto del partido rojiblanco. Javi Fuego dejó libre de marca, porque no lo siguió, a Raúl García y el navarro remachó un cabezado inapelable a la red valenciansita. Era el minuto 20. Solo tres después un error de cálculo de Mustafi, van muchos esta temporada para un central de su nivel, dejó a Aduriz solo ante el meta australiano pero remató fuera con todo a favor. Después de esa ocasión el equipo de Neville, que sorprendió con los jugadores de ataque, igualó las fuerzas en el centro del campo y consiguió generar dos ocasiones bastante claras. En la primera Rodrigo regateó a Herrerín pero se quedó sin angulo para el remate y sacó un córner. En la segunda en el mano a mano la estampó en el cuerpo del portero. Ahí, murió la primera parte.En el segundo acto los valencianistas salieron a bregar y dispuestos a pegarse bajo el barrizal en el que se estaba convirtiendo el césped. Conforme pasaron los minutos había más barro y se hacía más complicado jugar al fútbol. De hecho, hubo una gran zona del campo en el que no se podía disputar el balón porque se paraba. Ahí si que se vio al equipo entregarse y pelear. Pero no le dio para nada más. Incapaz de crear peligro. Incapaces de buscar ninguna alternativa para hacer daño y marcar en San Mamés.
Las ocasiones fueron para los leones. Hasta cuatro claras. Dos de Sabin Merino y otras dos de Aduriz. Todas ellas fueron muy claras pero en todas ellas apareció Ryan o el desatino de los rojiblancos. Eso le dio vida a los valencianistas, porque encaran el partido de vuelta con opciones reales de pasar a cuartos. Eso sí, en Mestalla sin agua habrá que demostrar que se puede superar a un Athletic que en tres partidos este año le ha hecho siete goles a los blanquinegros y sólo ha encajado uno. En una semana habrá globo hinchado o globo pinchado.