VALÈNCIA. El Valencia se reencuentra con su esencia. Era un momento delicado para el proyecto de Bordalás y el técnico dio con la tecla cuando el equipo más lo necesitaba. No fue inflexible en su sistema de juego y dotó al equipo de herramientas para ser más consistente con unas dosis extra de sacrificio defensivo. Una fórmula que acabó siendo óptima para agrandar las dudas de un Villarreal que se queda enfrascado en la parte baja de la tabla.
Reclamaba Bordalás en la previa más consistencia y adaptación al fútbol moderno. No lo hizo a través del 1-4-4-2. Ante la endeblez defensiva metió físico en el centro del campo y se aferró a la velocidad y desborde como delantero centro. El entrenador del Valencia dio una segunda oportunidad a Uros Racic para ganar músculo en el centro del campo y acertó. Desplazó a Marcos André para ganar altura en el lado de Gayà y tuvo fe en el sacrificio de Hélder Costa. Tres futbolistas que salieron reforzados tras un inicio dubitativo esta temporada.
El Valencia apostó por la atención defensiva y a esperar su momento. No fue fácil. El Villarreal comenzó con un juego fluido que agobió a los locales, pero sin generar grandes ocasiones. Casi todo el peligro del Villarreal llegó a balón parado cuando Parejo estuvo en el campo. El centrocampista ejecutó dos acciones que generó nerviosismo en la zaga valencianista. Coquelin cabeceó alto y Aurier saboreó el gol hasta que se encontró con una parada estratosférica de Cillessen. El punto de inflexión.
El Valencia había aguantado con fiabilidad y Foulquier sacó rápido de banda tras percibir la ambición de Guillamón. El canterano se metió hasta la cocina y batió a Rulli con una vaselina que envidian muchos delanteros de LaLiga. El Valencia se puso por delante y era una inyección de moral fundamental para el segundo tiempo.
Tras la reanudación, el Villarreal perdió velocidad en la fluidez y el Valencia lo agradeció. El equipo amarillo no encontraba la forma de desarbolar el entramado defensivo diseñado por Bordalás. En cambio, el Valencia sí que generaba dudas a su rival con un Guedes muy solidario en cada galopada. Caían los minutos y el Valencia iba llevando el partido a su terreno. En el 75, Foulquier forzó un penalti para que Carlos Soler pusiera el 2-0 definitivo. Una victoria fundamental para recuperar la fe y creer que el Valencia está a tiempo de pelear por su objetivo: volver a Europa.