El Valencia CF suma la primera victoria de la temporada con excesivo sufrimiento y desde los once metros. Los de Voro no brillaron pero consiguieron los tres puntos que era el objetivo primordial
VALENCIA. Puede parecer duro pero la realidad es que al Valencia le costó tanto ganarle al Alavés de Pellegrino como le cuesta ganar a cualquier colista que lleva meses sin lograr una victoria liguera. Tuvo que ser de penalti, muy claro eso sí, a falta de tres minutos para el final el que le diera los tres primeros puntos de la campaña al conjunto que en la noche de este jueves dirigió, como en casi todas las situaciones de incendio, el valenciano Voro.
Tras la destitución de Ayestarán se esperaba algo diferente sobre el césped y la consigna clara del equipo era lograr los tres puntos sin importar el juego. Voro junto más las líneas desde atrás y el equipo perdió algo de mordiente arriba. Con el vasco en las tres primeras jornadas el equipo tuvo presencia ofensiva pero ayer durante el primer acto esa llegada el equipo no la tuvo y casi ni inquietó al portero blanquiazul.
Hubo mucho mediocampismo y ahí brilló el madridista Llorente llevando la batuta alavesista y haciendo creer a los de Pellegrino que podrían seguir hurgando en la herida valencianista. Sin embargo, cuando los vascos comenzaron a creerse sus posibilidades y a estirar las líneas fue cuando Gayá puso un centro buenísimo desde la izquierda, buscando a Munir, y el central Laguardia en su intento por despejar metió el balón en su propia escuadra adelantando a los de Mestalla.
Ni Nani, muy desafortunado y lento en el partido de este jueves, ni Rodrigo que sigue negado, ni Munir estuvieron bien en ataque. No aportaron frescura ni soluciones. Su participación en el primer tiempo fue discretísima y pese al gol la realidad es que los valencianistas no habían contraído méritos para irse al descanso por delante en el marcador. Si bien en ataque no se creó, en defensa se consiguió el dudoso éxito de que el Alavés casi ni inquietara a Alves. Eso sí, en el último minuto del primer acto llegó el regalo habitual en defensa de cada partido. La defensa zonal dejó, otra vez, a Medrán con el mejor cabeceador del equipo rival y Toquero, que durante minutos del primer tiempo pareció un fino estilista, no perdonó empatando el partido.
El descanso ordenó al equipo. Voro apretó al equipo en ataque y pidió más velocidad en la circulación para ser menos previsibles. El cambio de Cancelo le dio velocidad a la banda derecha, Mina como siempre aportó pelea y llegada y Bakkali terminó de revolucionar el partido. Con Mina el equipo gana mucho trabajo porque se desfonda en cada acción. Con Cancelo de extremo se gana profundidad y además obliga a dos jugadores rivales a estar pendiente de sus galopadas.
El equipo empujó en la segunda parte. Buscó al Alavés y lo arrinconó. Los vitorianos prácticamente no salieron más que en contadas contras. Mangala estampó un gran centro de Gayà en el palo de la portería de Pacheco cuando el estadio cantaba gol y el gallego Mina vio como su cabezazo a bocajarro lo sacaba el guardameta. Las ocasiones falladas y el nerviosismo en la grada supuso que hubieran nuevos pitos para el madrileño Parejo. Varios fallos en la entrega en zonas peligrosas hicieron que Mestalla se levantara contra él. Cosas de la vida, el destino le iba a poner delante el balón de la victoria.
El partido agonizaba y el gol no llegaba. Con la ocasión de Mina parecía que se había escapado la victoria pero apareció el pequeño Bakkali. El belga es el jugador perfecto para cambiarle la velocidad a un partido. Es el mejor jugador de refresco que ha jugado en el Valencia CF en años. Después de varias intentonas volvió a irse solo a la guerra contra varios defensas alavesistas y encontró premio. Marcos Llorente, que dio un clinic de como jugar en el centro del campo, le atropelló por detrás y le hizo penalti. Jaime Latre dudó, tardó varios segundos en decretar penalti y en directo pareció que pitaba sin tenerlo claro.
Sin embargo, en la repetición de aprecia con claridad que Llorente se equivoca y arrolla a Bakkali. Parejo tomó la responsabilidad y no falló. Llevaba minutos escuchando pitidos en su estadio y no dudó en tirar el penalti decisivo del partido. El que le dio el primer triunfo de la temporada al equipo. Los tres primeros puntos ya están en el casillero. Mucho más tarde de lo debido pero ahora solo cabe esperar que el club acierte con el recambio de Ayestarán porque la plantilla tiene un déficit de trabajo muy grande. Eso sí, la primera victoria y abandonar el farolillo rojo de la tabla será importante para un equipo sin confianza y hundido hasta ahora.