VALÈNCIA. Los 70 Premios Ondas han reconocido al grupo musical Arde Bogotá como fenómeno musical del año por su álbum' Cowboys de la A3', editado en mayo.
Creo que la primera vez que escuché a los cartageneros fue en 'Directo Marca Valencia', el programa que dirige mi amigo Javi Lázaro, del que soy fiel oyente. Javi y yo coincidimos en muchas opiniones, pero también tenemos la misma pedrada musical. Estaba entonces escuchando a Viva Suecia, otro grupo de Murcia superrecomendable, cuando reparé en Arde Bogotá. El miércoles martilleé a Manolo Montalt en la redacción con temazos como 'Cowboys de la A3', 'Soltad a los perros' o 'Qué vida tan dura' para celebrar el ondas. ¡Claro que sí!, como suele decir Javi.
Y, bueno, el cerebro, que hace conexiones extrañas muchas veces -al menos el mío-, se marchó hasta la necesidad de alimentar semanalmente una columna de opinión sobre informaciones o sensaciones que, generalmente, se ocupa del Valencia CF. Y, entonces, 'Cowboys de la A3' se convirtió en 'Cowboys de la ATE'. Imaginación poca, lo sé.
Porque lo que sucede con el nuevo estadio de la avenida de Cortes Valencianas es como una película del viejo Oeste. Hay tiros, guapos, feos y malos. Intereses soterrados, un banco, tierras por explotar, un rancho y una buena bolsa de dinero. Y muchos jugadores de póker. Un wéstern en toda regla. El desierto de Tabernas trasladado a un Mestalla polvoriento.
Son cowboys de la ATE porque Lim y su cuadrilla la reventaron a tiros para, acto seguido, proceder a denunciar ante los tribunales la caducidad de una figura urbanística que les hicieron a medida los políticos, los mismos que gobiernan hoy en la 'city'. El Valencia todavía sigue masticando barro después de aquella decisión.
Aunque, para ser más exactos, en lugar de cowboys sería más apropiado hablar de cuatreros, o de forajidos, pero ya no empastaba tan bien el titular de esta opinión con la canción de Arde Bogotá.
Al fin y al cabo, la entrada de Peter Lim en el Valencia es como la de Frank Griffin -extraordinario Jeff Daniels- y su banda de matones en Creede, como narra la serie 'Godless', que aprovecho para recomendar.
El último movimiento del Ayuntamiento ha sido el de frenar el convenio hasta el momento en que las máquinas vuelvan a entrar en el nuevo estadio. Eso marcará la fecha de la sentada para hablar de la redacción definitiva de un convenio del que muchos sospechamos, que diferirá del anterior que reventó la presidenta, cada vez más ausente, Layhoon Chan.
Me parece un' empastre' la decisión de la alcaldesa María José Catalá. Porque ¿quién garantiza que en el momento entren las máquinas no vuelvan a salir a los diez minutos si no se alcanza un acuerdo con el convenio? Esa situación, que sería ridícula y llenaría de carcajadas ajenas la imagen del Valencia, no creo que se alcance.
Desde Singapur Peter Lim no accederá, en este supuesto, a lo que puede interpretar como un chantaje y, como no le gusta que las autoridades de la ciudad lo aten con una camisa de fuerza, no validará la puesta en marcha de las obras en unas condiciones que no le rentan. Y el estadio seguirá inconcluso otro porrón de años más esperando que algún príncipe encantador lo libere de su letargo.
La otra teoría, plausible vistos los antecedentes del bróker hijo del pescador, de que todo forme parte de un engaño previo, urdido entre el superconcejal José Marí Olano y el superabogado de Meriton, Germán 'Pum' Cabrera, es más ladina. Aunque eso, flexibilidad, es lo que, precisamente, le pidió Cabrera a Marí Olano en su reunión furtiva de Madrid. Pero, ¿dónde quedaría entonces la credibilidad de María José Catalá?
Tampoco olvidemos que en el germen de todo este embrollo estuvo el Partido Popular y el banco. Y que en la política, como en la vida, hay mucho tahúr. ¡Hum!
Y a todo esto, Vox y PP sellaron este viernes un acuerdo por el que los concejales del grupo municipal del partido dirigido por Santiago Abascal entrarán a formar parte del equipo de gobierno de la alcaldesa María José Catalá tras un tira y afloja de cerca de cinco meses. ¡Hum!
Hasta ahora, el PP ha podido gobernar en minoría con 13 de los 33 ediles en el consistorio de la capital. Ahora los populares necesitan de los votos de los cuatro ediles de Vox para aprobar temas como las ordenanzas fiscales y los próximos presupuestos municipales, para lo que se requiere mayoría absoluta. También para asuntos como el del convenio para el estadio de Cortes Valencianas. ¡Hum!