VALÈNCIA. En épocas de grandes calamidades, de crisis sociales… la sociedad ha estado la altura, apretado el cinturón, empezado a trabajar y, aunque ha visto mermado sus recursos, incluso desaparecida su estructura habitual. Lo que nunca ha perdido es el orgullo, el sentimiento de pertenencia y ha reaccionado con dignidad, enarbolando su enseña entorno a la cual se ha reconstruido la sociedad en medio de esa crisis.
Justo lo contrario de lo que nos está pasando a los valencianistas, que vemos día a día manchado nuestro escudo, pisoteado nuestro orgullo por unos máximos accionistas y gestores que nunca han querido entender qué es el fútbol y mucho menos qué es ser valencianista.
Lo estamos viendo en los últimos años, más acentuado desde que se le “ocurrió” a la plantilla, cuerpo técnico, Director General Deportivo e incluso afición hacer fuerza e ir a por la Copa del Rey. Ese creemos ha sido el delito que ha precipitado el descrédito, la pérdida alarmante de credibilidad e imagen de nuestra entidad. Todas las actuaciones de vendettas, revanchas, “ojo por ojo”… parece irreal en el ámbito empresarial serio y deportivo, por supuesto.
La respuesta de Meriton a “Lim go home” es inmediata: “Valencia CF muérete”. Esa es al menos la percepción ante esa falta de comunicación, de afectividad hacia el aficionado, los trabajadores, cuerpo técnico y jugadores incluidos. ¿Quién quiere quedarse en la plantilla o cuerpo técnico salvo aquellos que han mamado el valencianismo desde pequeños o los que tienen un elevado espíritu de profesionalidad?
Del VCF -con mayúsculas- de los que sentimos al club, al vcf -con minúsculas y de tamaño 1 o menos- de los que pululan por las moquetas del club y bares y restaurantes aledaños.
La marca VCF ha pasado en apenas 16 años de ser envidiada en todo el mundo a ser poco menos que ninguneada e insignificante. En 2004 la IFFHS, Federación Internacional de Estadística e Historia del Fútbol, nos situó en el número 1 de los clubes en Europa. 16 años después vemos cómo los jugadores prefieren destinos tan “potentes” como Rennes o Leeds, con todos nuestros respetos a estos clubes, sus seguidores, empleados y dirigentes. El Valencia tiene, tenemos, 22 títulos oficiales en 101 años de vida. Casi nada.
Recordamos con orgullo -lo hemos vivido en primera persona algunos miembros de la plataforma- que, a principios de siglo, apenas hace 18 o 20 años, íbamos a grandes almacenes y tiendas deportivas en Londres, Amsterdam o Múnich y encontrábamos nuestra camiseta, incluso falsificaciones de la misma, en lugares públicos como la estación de tren de Venecia. ¿En qué lugar encontramos ahora nuestro escudo fuera de nuestra comunidad?
Hemos perdido dos oportunidades de internacionalizar nuestra marca: en ese 2004, con las finales Champions, nuestras ligas, y títulos nacionales y europeos de 1999 a 2004, y posteriormente con la adquisición del paquete mayoritario de las acciones por parte de Meriton.
Pensábamos todos que este segundo tren lo íbamos a coger, que íbamos a entrar en Asia, mercado emergente, a través de Singapur por la puerta grande. La transformación digital y el máximo accionista allí nos auguraba ponernos en primera línea de acción elevando nuestra aún buena imagen de marca. Pero tampoco, seguimos cuesta abajo y sin frenos.
Nuestro histórico rival por el tercer puesto nacional, el Atlético de Madrid, sí que ha hecho los deberes, y en menos de una década ha doblado el presupuesto gracias al traslado al nuevo estadio y su internacionalización en Asia.
En el Global Sports Innovation Center que tiene Microsoft en Madrid, único centro a nivel mundial que tiene la marca norteamericana de innovación e investigación tecnológica, hay entre otras cosas un mapa de calor donde se puede ver en tiempo real la procedencia geográfica de la gente que interactúa en redes sociales hablando del Real Madrid y que, como consecuencia de su estudio, la entidad ha fichado jugadores para su primer equipo. Solo por cuestiones de crecimiento internacional, véanse los casos de Chicharito o Kubo.
Volviendo a casa, ni campo nuevo ni trabajo de prestigio internacional. ¿De qué nos sirven más de una docena de escuelas del Valencia CF repartidas por el mundo si no son auténticas embajadas de nuestro sentimiento, de nuestra identidad como club y además se convierten en centros de tecnificación y captación de talento? ¿Cuántos jugadores de esas academias hemos incorporado a Paterna? No busquen, son sólo mininegocios con aportación insignificante que incluso son ninguneados a nivel orgánico. Si no, pregunten qué ha pasado con las academias de Shanghái.
La imagen de una entidad se labra con referentes en el vestuario para nuestros jóvenes valencianistas, con cromos reconocibles, con ilusión por los fichajes veraniegos. Las quinielas que nos hacemos los hinchas cada verano, esa ilusión sólo comparable con la noche de Reyes para el valencianista. Se potencia con mensajes y políticas de orgullo pese a los malos momentos deportivos o económicos.
Meriton no entiende ni de orgullo valencianista, ni de emoción por conocer la composición de la plantilla, ni de juntarnos ante la adversidad para salir a flote. Parece ser, a tenor de lo que trasciende en los medios de comunicación, que sólo sabe de fichajes sin consensuar, sin trabajo de scouting ni sentido de club, y no hablemos ya de estrategia de futuro, como mucho sólo queda la manida expresión “plín caja”.
Para completar la ecuación aparecen en los medios noticias que indican que no estamos representados en ciertos comités importantes a nivel federativo o de La Liga ¿Hasta dónde están dispuestos a arrastrar el nombre de nuestra entidad los “pajes” del Sr. Lim?
Lamentablemente, acciones desafortunadas e inacciones de nuestros mandatarios en todos estos años entre las dos Copas del Rey nos han conducido a esta situación, agravados de forma exponencial por Meriton en estos últimos 6 años, excepción hecha de los dos años de la doble M. Y lo peor de todo es que parece ser que siguen con su intención de anclarse a la sede de Micer Mascó, sus sueldos estratosféricos, sus fichajes digamos que raros, y su falta de conexión y respeto a la esencia del valencianismo, la afición.
La solución por volver a prestigiar nuestra marca, por aumentar su valor, es aumentar su credibilidad, y eso con Meriton es imposible porque sencillamente no les importa.
”Meriton go home” es una aspiración, ya no decimos legítima, sino necesaria para volver al lugar que nos corresponde, pasando una travesía pero con orgullo, con referentes, con apoyo y control de nuestros principales acreedores, banco y administración. Porque eso solo no lo puede hacer el valencianismo. El Sr. Lim o mucho nos engaña -y a estas alturas creemos que ya no lo hace a nadie- o se siente cómodo con esta situación.
La democratización de la entidad pasa por el compromiso de esas instituciones, y porque ayuden al valencianismo a hacer ver a Meriton que debe abandonar la empresa que está arrastrando. Y deje reconducir la situación a los valencianistas por el buen nombre de nuestra centenaria entidad y de toda nuestra Comunitat Valenciana. Está en juego la desaparición del Valencia C F, pero también el daño reputacional hacia la Comunitat, sus sectores empresariales y la imagen de pueblo valenciano.
Amunt Valencia!!
Plataforma Espíritu del 86