En Singapur se está gestando el Valencia de la próxima campaña y el estilo de juego del equipo dependerá del entrenador elegido. Llama la atención la disparidad de técnicos que se asocian al Valencia, sobre todo, porque muchos tienen perfiles antagónicos...
VALENCIA. En Singapur se está gestando el Valencia de la próxima campaña y el estilo de juego del equipo dependerá del entrenador elegido. Llama la atención la disparidad de técnicos que se asocian al Valencia, sobre todo, porque muchos tienen perfiles antagónicos. Los hay curtidos, como Marcelino; y los hay poco experimentados como Voro o Curro Torres. Los hay con un estilo ofensivo, como Setién y Berizzo; y los hay que priorizan el trabajo en defensa, como Karanka.
Esto no podría suceder en un club con las ideas claras. El Athletic lleva cuatro temporadas siendo entrenado por Valverde, un técnico que quiere mandar en los partidos y presionar arriba al rival, justo igual que su predecesor, Bielsa. En el proyecto del Athletic vemos una continuidad. También ocurre en el Celta de Berizzo, que prosiguió el trabajo de Luis Enrique. Lo mismo sucede en el Manzanares. Simeone es afamado, pero hay que recordar que la semilla de ese Atlético fuerte en defensa la plantó Quique Sánchez Flores. El problema que tiene el Valencia es que parte de la nada más absoluta. No hay un patrón a seguir.
Sí que hubo un tiempo en el que el Valencia tenía un estilo propio. Ranieri creó un equipo fuerte en defensa, que le acabó dando una Copa del Rey. Posteriormente, el club apostó por otro técnico de perfil defensivo, Cúper, con el que se llegaron a dos finales de Champions. Benítez perfeccionó esta identidad y lideró la época más gloriosa del Valencia. Entonces sí que había un estilo definido y reconocible. Era un Valencia que encajaba pocos goles, cuya fuerza residía en el bloque y el orden táctico. Las ideas estaban tan claras, que daban igual las rotaciones, todos los jugadores sabían a la perfección qué debían hacer.
Desde la llegada de Lim no ha habido un patrón a seguir. Nuno comenzó como un técnico que focalizaba su trabajo en la defensa y triunfó en la temporada de los 77 puntos. Sin embargo, el propio Nuno cambió su juego la campaña siguiente. Después llegó Neville, que pretendía jugar como Valverde, con Parejo por delante de la defensa, y esa misma campaña la acabó Ayestarán, que tiene un estilo diametralmente opuesto al de Nuno. Pero no acabó ahí la cosa. El sustituto de Ayestarán fue Prandelli. Al de Beasáin se le hizo una plantilla para atacar y trajeron a mitad de temporada un entrenador italiano, que acabó jugando con defensa de cinco. Ver para creer.
Siendo Alesanco el director deportivo, si el Valencia operara como un club normal, lo lógico sería que acabara ocupando el banquillo un técnico que quiera ser protagonista en los partidos. Sin embargo, el hecho de tener un máximo accionista que toma decisiones arbitrarias hace que la elección para el banquillo sea una auténtica incógnita. ¿Por qué hay tantos nombres y por qué hay tanta disparidad? Porque no hay ideas claras y porque si las hay en Valencia, puede que no lo estén en Singapur.