/ OPINIÓN

Desconectados

16/07/2023 - 

VALÈNCIA. A principios de semana el segundo entrenador del Valencia desvelaba, en una entrevista, un pequeño detalle que pasó desapercibido pese a ser de gran importancia. Chema Sanz contaba que Baraja ha impuesto un código disciplinario en la plantilla y que entre las nuevas normas de funcionamiento ha prohibido el uso de los teléfonos móviles en el vestuario. Explicaba Sanz que, con esta medida, el entrenador pretende hacer grupo y fomentar la comunicación entre los jugadores. El técnico quiere que se pueda trabajar en Paterna con la máxima concentración, dejando a un lado cualquier tipo de distracción.

Esta desconexión digital que Baraja ha impuesto en el vestuario me parece de diez. Si el míster pudiera exigirla también para cuando algunos jugadores (no diré nombres pero están en boca de todos) abandonan las instalaciones del club y frecuentan algunos garitos nocturnos nos habríamos ahorrado alguna que otra imagen bochornosa…. Pero como ya digo, de momento la medida disciplinaria del Pipo me parece acertada. Sobre todo si se trata de los teléfonos móviles. Porque muchos de ese vestuario, por desgracia, ven pasar su vida en una pantalla.

Esto de las normas de régimen interno es casi tan antiguo como el fútbol. Recuerdo haber publicado años ha que los jugadores del Valencia tenían prohibido montar en motocicleta, salir de caza o correr el toro en las fiestas de los pueblos. Algunos se desquitaron cuando abandonaron el fútbol en activo. Como mi amigo Carboni, quien en su etapa de director deportivo apareció en la Ciudad Deportiva con una espectacular moto de gran cilindrada. O al gran Leonardo de Araujo (¿lo recuerdan, verdad?) al que tuve la suerte de saludar sentado en una barrera viendo el toro embolado de las fiestas de Alcalá de la Selva. Otros compañeros no esperaron tanto y, en su etapa de corto, tuvieron algún percance con una escopeta. Incluso con una pistola. Se podría escribir un libro de anécdotas…

Incluso el propio Baraja, quien ahora impone reglas a sus jugadores, vivió en primera persona durante su etapa como futbolista del Valencia las rígidas normas de Rafa Benítez en el vestuario. Recuerdo que hubo un intento de motín en la plantilla cuando RB prohibió al equipo comer paella y helados. Aquello fue un escándalo. Algún jugador no tardó en filtrarlo a la prensa amiga y el avezado periodista cayó en la trampa. Vaya escándalo, decía. La que le cayó al bueno de Benítez por su osada medida contra los ídolos de la grada. Terrible. Pero, como casi siempre, Rafa tenía razón. A los títulos me remito.

Ahora, con el paso del tiempo y mirándolo con perspectiva, estás medidas de los entrenadores no son un capricho sino que responden a una lógica. Y sobre todo, a una exigencia. La que Baraja ha impuesto a los jugadores del Valencia. El entrenador quiere que el grupo tenga muy claro el escudo que representa y que uno es profesional del fútbol desde el momento en que se levanta hasta el que se acuesta. Aunque duerma pegado al móvil en lugar de escuchar a José María García como se hacía en mi época…

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