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el ciutat acabó desquiciado y nervioso por otra final perdida

Desesperación en Orriols

16/05/2023 - 

VALÈNCIA. La imagen de Postigo al final del partido definió el manojo de nervios en que se había convertido el Ciutat. Orriols no daba crédito: el Levante había tirado por tierra otra alineación de astros que le llevaba al ascenso directo en caso de sumar de tres. Al menos, le devolvía a la pomada y le ponía a la delantera si goleaba a un Ibiza cuyo plan de partido estaba claro desde que la isla es isla y Lucas Alcaraz desembarcó en ella. Ni el regalo de los rivales directos ni el ambiente de olla a presión del estadio granota -esta vez con casi 19.000 almas en sus gradas- había servido para que el equipo de Javi Calleja diese el do de pecho. El 0-0 no descarta al Levante para pelear el ascenso hasta el último aliento, pero sí cansa a una parroquia que se pega con una pared en los morros cada dos por tres. Así que el capitán hubo de acercarse a la grada de animación para calmar las aguas.

No había salido nada. El gol sigue demasiado lejano a los arietes del equipo y la ansiedad se había vuelto a apoderar de la plantilla. Era complicado para cualquiera encontrar una explicación medianamente convincente para sosegar a una muchedumbre furiosa. Por eso fue de esperar que Postigo se marchara de la improvisada cumbre con sus hinchas al son de "¡Estamos hasta los huevos!". Ya antes, durante los últimos minutos de encuentro, Orriols había mostrado signos de evidente enfado. No obstante, había arengado a los suyos y olvidado por 90 minutos la gran decepción de Tenerife. Poco que reprochar a una parroquia que se exigió estar y, por tanto, exigió recibir. Sin premio, una vez más. Y de ahí, la atronadora música de viento final.

Sin embargo, el problema es más de fútbol que de actitud. Así lo explicó el técnico en sala de prensa y así se evidencia a cada paso que da la Segunda División hacia el cierre de su persiana. Paradójicamente, eso es lo preocupante. El equipo empezó metido y acampó en campo contrario durante toda la noche, pero no supo gestionar su plan. La ansiedad aterrizó y los centros laterales encontraron rematadores a muy duras penas. Pubill y Álex Muñoz cabecearon dos acciones que acabaron en el limbo. Poco rastro de Wesley allá donde está el dinero -fuera del área todo, pero nada dentro de ella-, y, absolutamente esfumados, Soldado, Cantero y Bouldini. Fue el frente de ataque el que se llevó el palo público de Calleja en una comparecencia a la que salió con cara visiblemente larga, como la de aquel que acaba de desgañitarse abroncando a sus cercanos. 

Calleja no esquivó sus culpas y se puso frente al cañón, pero desvió la crítica del plan hasta la reprobación sobre las cartas que le toca poner sobre el tapete cada fin de semana. De Frutos se llevó el palo y las posibilidades de darle la vuelta a la situación representaron la zanahoria. A medida que fue ampliando su alocución, el preparador madrileño bajó el pistón, pero no evitó trasladar una imagen tan desesperada como la de un Ciutat que ya empieza a impacientarse con el banquillo.

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