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Dolor 

30/11/2020 - 

VALÈNCIA. Ni puedo, ni quiero, ni pretendo ser objetivo. Los habituales de este foro saben que mis colores son los del Atlético de Madrid, así que intentaré ser honesto. Verán, mi sensación personal fue que el de Mestalla fue un duelo que puso de relieve dos manifiestas realidades. Una, que el Atleti, después de casi una década de estabilidad con Simeone, estará en la pelea por el título. La segunda realidad, muy dolorosa para la afición ché, es que el Valencia CF, por obra y gracia de Meriton Holdings, se ha debilitado
deportivamente, al punto que está varios cuerpos por detrás de la élite y de la exigencia histórica a la que obliga ese escudo. Traducido a futbolés: por desgracia para los amantes del fútbol y para lamento de los socios valencianistas, la batalla ante el Atleti no es la guerra de este Valencia CF. Decirlo podría sonar como una crueldad gratuita, pero es una realidad palmaria. Los más de cien años de historia del Valencia CF le obligan a ser siempre un candidato a la excelencia y a estar en la pelea por el título, que es justo la obligación del Atleti. Uno y otro club, con sus particularidades, ciclos, virtudes y defectos, están cortados por el mismo patrón: no son favoritos a nada, pero deben ser alternativas de poder y aspirantes a todo. Hoy, por cortesía Peter Lim, el Valencia CF ha dejado de ser lo que siempre debe ser. Asumir y procesar eso es duro. Tanto, como resignarse a que Meriton siga poniendo piedras en la mochila de un club histórico convertido al SAD histérica. Duele.

Ante el Atlético de Madrid, el Valencia ofreció las mejores prestaciones que, en este momento, puede poner sobre el campo: orden, actitud, coraje, animosidad, intención y competitividad. Aunque toda regla tiene su excepción –la goleada al Madrid desde los once metros-, lo que es una tendencia es lo que dice el terreno de juego: con Javi Gracia el equipo siempre quiere, pero casi nunca puede. El VCF quiere, intenta, presiona, corre, contragolpea, pone todo lo que tiene y derrocha una actitud inmejorable, pero con eso no le alcanza para estar a la altura de los mejores. El grupo se emplea a fondo, da todo lo que tiene y ya se sabe que quien da lo que tiene no está obligado a más. Sin embargo, eso es precisamente lo que más frustra a un hincha del VCF: saber que no puede reprocharle el esfuerzo a una plantilla que está intentando sobrevivir al caos de la gestión actual y la venta sistemática de los mejores jugadores de un proyecto que Lim ha desintegrado.

Lo más frustrante es sospechar que, en enero, el grupo se debilitará aún más, porque Meriton venderá lo que quiera vender. El problema es que el Atleti ya no es la Liga del Valencia y asumir eso es realmente doloroso para quienes han visto cómo el equipo de sus amores siempre ha sido capaz de mirar a los ojos a los mejores. Duele ver al Valencia CF así. Duele no poder exigir a la plantilla actual que dé un nivel que no puede alcanzar. Duele ver en qué ha convertido Peter Lim a un equipo que siempre miraba a los ojos a los mejores. Y duele todavía más ver cómo algunos macarras de la moral, empeñados en batir el récord del mundo de cobardía, blanquean las tropelías de Lim y culpan del desastre a Javi Gracia. Tienen la cara más dura que el cemento. Algunos entraron en el Valencia, pero el Valencia jamás entrará en ellos.

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