VALÈNCIA. José Morales no volverá a jugar más hasta 2025. Es lo único seguro tras la rotura del ligamento peroneo astragalino anterior (LPAA) que sufrió en el tobillo derecho el pasado vienes en A Malata. Al paso de la media hora de encuentro, los gestos del Comandante presagiaban lo que, después, al resonancia desveló en la mañana del sábado: es baja para los próximos dos meses. Es el tiempo de baja habitual para una lesión de LPAA como la que padece el atacante madrileño, que ya ha acostumbrado a recortar plazos en otras ocasiones a pesar de su veteranía.
Aún así, los augurios esta vez se van hasta bien entrado enero para empezar a 'fantasear' con el regreso de Morales a las órdenes de Julián Calero, quien precisamente no era el más optimista al abandonar Ferrol el viernes por la noche. Lo que sufría Morales era un esguince y eso parecía claro, solo restaba atinar con le grado, pero las sensaciones del futbolistas no invitaban a ser positivos. "Tiene una molestia en una parte de hueso, pero ojalá sea un esguince porque eso sería que estará quince días fuera. Esperemos que sea eso porque nos hace falta", comentó el preparador de Parla.
La afección, finalmente de grado III con esa rotura de ligamento, complica un regreso temprano, precisamente. No serán quince días y el tiempo del tratamiento conservador se alargará por encima de este periodo. Se espera, incluso, que la recuperación pueda superar esos dos meses de ausencia habituales en este tipo de dolencias. Por lo pronto, a Morales le resta un primer tramo de inmovilización del tobillo, que todavía permanece con mucho dolor. Después, se tratará de mover la zona, favorecer el apoyo y realizar cargas de nuevo.
Calero perderá a una de sus piezas principales en lo que resta de año y de cara a la reacción necesaria del equipo, paralizado tras volver a la competición. El paso por Galicia fue dramático y la pérdida de un futbolista tan importante para el entrenador no ayuda a levantar los ánimos. En cualquier caso, podría ser peor, porque en caso de haber necesitado intervención quirúrgica -algo que puede ocurrir en roturas del LPAA, sobre todo si no cicatriza la zona correctamente al paso del mes y medio de recuperación- la ausencia se podría alargar por encima de los tres meses.