Dos puntos de seis: un regreso a Segunda demasiado diferente

VALÈNCIA. El Levante está experimentando un pobre arranque en su regreso a Segunda División. Con dos empates a cero consecutivos, dos puntos de seis posibles, sin ser goleado pero sin golear y con la imperiosa necesidad de inyectar autoestima en vena el próximo sábado contra el Tenerife. El gris arranque está aderezado, además, con una estadística que invita al pesimismo en la ofensiva: el equipo de Nafti solo ha lanzado tres veces entre los tres palos en los dos partidos iniciales del campeonato. Son datos, por lo pronto, diferentes a los que ha vivido la parroquia granota en los últimos regresos a la categoría de plata. En la historia del club en el nuevo siglo hay de casi todo, pero no es habitual arrancar con un balance tan escaso en Segunda.

Tanto es así que en el último paso granota por la categoría, en aquella 16/17 en que los de Muñiz lograron el ascenso inmediato, el equipo empezó con pleno de victorias. El Levante hizo valer entonces su condición de 'gallo' de la competición ganando a Numancia y Alcorcón -0-1 y 2-0 respectivamente-, también dejando la portería a cero. Entonces el Levante se encaramó a la primera posición de la tabla ya desde la cuarta jornada y no la abandonó. Es un arranque que se ha dado también en otras ocasiones: en 2008 el cuadro de Luis García Plaza, que había descendido una temporada antes, empezó con sendas victorias ante precisamente el Zaragoza y contra el Murcia en la segunda fecha. También pasó en 2005, o en el 2000, 2001, 2002 y 2003, cuando, al menos, se mejoró el registro actual en los dos primeros choques.

Hay una única excepción en la historia del Levante en Segunda durante el siglo XXI: el curso 09/10, el segundo con Luis García en el banco. El elenco de Orriols empezó entonces rascando dos de seis posibles, con dos empates en este caso a goles frente a Villarreal B y Cádiz. Aquel arranque incluso dio un pequeño giro de tuerca más, pues se puntuaron 3 de los primeros 9 posibles: tres empates para empezar una temporada que, a la postre, acabó con ascenso. En aquel incluso Iborra daba sus primeros pasos en el primer equipo levantinista. Es la excepción que confirma la regla, pues el Levante fue aquella temporada el rey de empates (con 14) y consiguió clasificar tercero para consumar el penúltimo ascenso a la élite del Ciutat.