VALÈNCIA. Siempre me gustó nadar a contracorriente y por eso, quizá, hoy abro la cantina para presumir de equipo, del Valencia Basket, justo un día después de que recibiera en Turquía uno de los peores castigos de los últimos tiempos. La derrota ante el Fenerbahce (93-61) no me ha hecho dudar ni un segundo: me juego un penique a que este año gana la Liga. También está la Copa de la Reina, donde saldrá entre las favoritas, claro, y, si elude el cruce con el Çukurova Mersin del gran Roberto Íñiguez, no descartaría ni una plaza en la Final Four de la Euroliga. Es decir, creo que podemos estar ante una temporada histórica.
Sí, me he venido arriba.
¿Y por qué? También lo tengo muy claro. El Valencia Basket es mejor equipo que en años anteriores. Llevo varias semanas deslumbrado por su juego. Las veo atacar, con más recursos, con más repertorio, y me quedo embobado. Y las veo defender y ya no es solo Queralt Casas contagiando a sus compañeras, no, ahora hay un bloque que se vacía en el 1x1 y que además está atento a todo lo que las rodea. Es una amenaza más coral.
Yo pensaba que este reciente salto de calidad venía dado porque Cris Ouviña volvía a ser Cris Ouviña. Me parece que la base, la que mueve los hilos de este equipo, estaba al 70% de sus capacidades y que ahora, en las últimas semanas, ha vuelto a ser, al fin, esa directora de juego extraordinaria que es. Pero me temo que no es solo eso. Me temo que el grupo en general es mejor. Y eso viene liderado por un Rubén Burgos que cada año es mejor entrenador y que tiene la inteligencia y la humildad de apoyarse en un ayudante, Roberto Hernández, que sospecho que ha enriquecido los sistemas.
Leti Romero puede ser la líder también cuando el Valencia Basket lo necesita. Queralt Casas sigue encarnando el espíritu de este equipo y estoy convencido de que el día que se vaya el Valencia Basket dejará de ser ese conjunto irreductible que tiene una habilidad innata para agarrarse a los partidos. Su alma es el alma del Valencia. Alba Torrens ya no es Alba Torrens pero Rubén necesita recuperarla porque llegará un día, una final de Copa, un partido de play-off o el cruce por la Final Four, en el que se hará de noche y la ala-pívot tendrá la linterna. Solo brillará unos pocos minutos, pero serán los minutos que te mantendrán a flote.
Y luego está el juego interior… El fichaje de Lauren Cox ha redondeado el grupo. La texana tiene mucho baloncesto y, sorprendentemente, no ha mermado a Marie Gülich: la ha hecho mejor. Pienso que la alemana está firmando su mejor temporada gracias al complemento que ha encontrado en Cox. Con Raquel Carrera da igual. Raquel Carrera, más corpulenta, un año más sabia, un año más experta, es una maravilla. Si el equipo no la necesita, a ella no le importa ceder el protagonismo y no anotar, pero si la reclaman, estará. Y en defensa es un escándalo. Yo aconsejo a los que van a la Fonteta que pierdan unos minutos olvidándose del balón y para dedicarse a observar lo que hace la pívot gallega. Me parece que es un espectáculo tan digno como una entrada a canasta de Ángela Salvadores.
Cierra Burdick no es Bec Allen. Ni de lejos. Pero ella lo sabe, Rubén lo sabe y los dos saben qué necesita el equipo de ella. Eso es un gran avance y aportará trabajo y sacrificio. Y a los pies de estas grandes jugadoras están los brotes verdes dando minutos de calidad y solvencia: Awa Fam, Laia Lamana, Elena Buenavida…
¿Dónde están los críticos? ¿Dónde están los que decían el año pasado, en un tramo de dificultad, que este equipo no jugaba a nada? No andan lejos, pero ya no están…
¿Un penique a que el Valencia Basket gana la Liga Endesa?