VALÈNCIA. El Castellón ha soñado con el ascenso hasta el último minuto de una temporada que empezó de forma brillante pero en la que durante la segunda vuelta fue vulnerable.
El inicio de la campaña llegaba con la celebración del centenario orellut y la entrada en la propiedad y en la presidencia del greco-canadiense Bob Voulgaris. A marchas forzadas, en apenas tres semanas se conformaba un equipo competitivo y arrancaba la temporada.
Rubén Torrecilla iniciaba la liga en el banquillo y llegaba a encadenar siete victorias consecutivas como local que hacían líder a un Castellón que no lograba como visitante mostrar esa fortaleza. Un mal final de año y pese a que el equipo era segundo provocó la destitución del entrenador.
Con el inicio del mercado invernal y tras tener entrenador interior durante un mes, Alejandro Jiménez, el club confió en el catalán Albert Rudé, para dar continuidad al proyecto.
Llegaron cinco fichajes en enero y sólo dos tuvieron continuidad: Jesús de Miguel y Borja Granero, mientras que se marchó Dani Romera, máximo goleador del equipo.
Con Rudé el Castellón no recuperó el fútbol mostrado con Torrecilla y el equipo vio como se le distanciaba las dos primeras plazas que serían para Amorebieta y Eldense.
La tercera posición la sellaba en la última jornada y encaraba una promoción en la que se impuso primero al Deportivo de LA Coruña al ganar en la prórroga gracias a un gol de David Cubillas en el minuto 108, para dejar la eliminatoria (4-4).
En la final con el Alcorcón, el Castellón estuvo 45 minutos en Segunda división, pero una gran segunda parte del equipo alfarero hizo que el Castellón permanezca otro año en Primera RFEF al no tener capacidad de reacción.
La 2023/24 será la tercera consecutiva en la categoría de bronce.