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El comprador ideal del Valencia

20/05/2021 - 

VALÈNCIA. El futuro propietario del Valencia no debe ser un inversor extranjero cuya pretensión sea ganar dinero o, al menos, rentabilizar su inversión. Sino que debe querer que la propiedad recupere valor para después cederla en cómodos plazos a los aficionados, siendo un gustoso vehículo que transporta a la SAD de orilla a orilla del puente. 

El futuro propietario del Valencia no debe ser un fondo de inversión que, mediante la combinación de intereses cruzados, pretenda sacarle beneficios a lo invertido. Sino que tendrá como pretensión única aplicar la fórmula alemana simulando que el propietario no es el propietario.

El futuro propietario del Valencia no podrá ser valenciano, porque los valencianos ya han estado antes y solo hay que atenerse a las consecuencias de cómo de calamitoso dejaron al club. Lo llevan en los genes, debe ser el rastro fenicio, el ADN corrupto o el viento de poniente.

El futuro propietario del Valencia no podrá ser de origen remoto porque, como demuestra el caso del VCF y del Leicester (ups), los asiáticos desatienden sus propiedades más lejanas y cuando tú les dices ‘go home’ ellos ya hace tiempo que no salen de casa. Los propietarios brasileños, en cambio, prefieren irse a Formentera. 

El futuro propietario del Valencia no debe tener trato con las instituciones porque si no terminará politizando al club y enfrascándolo en frentes partidistas; deberá quedar ajeno a los gobiernos tras pasar el test de pureza política. 

El futuro propietario del Valencia no podrá tampoco ser hijo ni nieto de nadie que en el pasado haya formado parte del club, porque si no deduciremos que se trata de un intento de nepotismo, un querer chupar del bote generación tras generación como las familias florentinas.

El futuro propietario del Valencia deberá haber sido valencianista de cuna, de toda la vida, aunque haya nacido en Kentucky. Solo mamando el valencianismo desde el origen se puede velar honestamente por los intereses del club. 

El futuro propietario del Valencia no deberá ser recibido, en ningún caso, con demasiada ilusión ni con lluvia de pétalos porque luego lo más normal es que acabe traicionando toda esa ilusión y convirtiéndose en un memo. 

Cuidado con lo que uno desea, porque al final acaba pretendiendo a un unicornio. Quizá, para comenzar, lo que el Valencia necesita es un propietario con futuro. 

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