Estoy impactado con el comportamiento de un tipo que posiblemente sea el mejor profesional de la historia del deporte español -que me perdonen los que no estén de acuerdo conmigo, pero es lo que siento- y que hace apenas nada ha sido el gran protagonista, triste protagonista, por el suceso en cuestión, por su implicación en la tragedia de Sant Llorenç y en esa imagen que ha dado la vuelta al mundo del propio Rafael Nadal con una especie de recogedor en su mano en el lugar de los hechos -inundaciones terribles- achicando agua como si fuera un tipo de lo más normal y emprendedor
VALÈNCIA. Hoy me van a permitir que no hable del Valencia ni de ningún jugador del Valencia. El parón de las selecciones de alguna manera me obliga a mirar hacia otro lado y aunque no sea muy habitual reconozco que estoy impactado con el comportamiento de un tipo que posiblemente sea el mejor profesional de la historia del deporte español -que me perdonen los que no estén de acuerdo conmigo, pero es lo que siento- y que hace apenas nada ha sido el gran protagonista, trise protagonista por el suceso en cuestión, por su implicación en la tragedia de Sant Llorenç y en esa imagen que ha dado la vuelta al mundo del propio Rafael Nadal con una especie de recogedor en su mano en el lugar de los hechos -inundaciones terribles- achicando agua como si fuera un tipo de lo más normal y emprendedor. Yo me quedo con esa imagen y con ese carácter que sí se que tiene el crack y paso a contarles una pequeña anécdota que sucedió hace algunos años y que yo medio publiqué como si fuera una exclusiva cachonda pero en el fondo era un simple y contundente retrato del carácter súper humano que tiene el tenista. Les cuento.
PARTIDITO DE FÚTBOL
Un día cualquiera en cualquiera de la Islas Baleares. Unos 'nanos' valencianos iban de excursión por la isla y así tranquilamente se acercaron a la playa a jugar una pachanguita futbolera aprovechando el buen tiempo de las islas y un ligero parón en sus visitas turísticas para disfrutar a lo bestia de una cala atractiva de las Baleares. En esas estaban, balonazo arriba y balonazo abajo y riéndose sin parar, cuando se le acercaron un grupo de chavales jóvenes con otro balón bajo el brazo y después de unos pequeños saludos poco habituales por las calas, les propusieron a los valencianos jugar un partidillo de fútbol sin darle más importancia a los días de vacaciones.
"¡SÍ ES ÉL!"
Todos los 'nanos' valencianos se quedaron encantados con la propuesta que les hacían y fundamentalmente, al margen de decir que sí, no pararon de quedarse algo alucinados y de darse golpes unos a otros afirmando con la cabeza que no de sus rivales, uno de esos chavales que les retaban a un partidillo en la arena de una cal, era nada más y nada menos que don Rafael Nadal sin dárselas de nada y dándole a todo un toque de naturalidad y de sencillez fuera de lo común para un tipo de su enorme trayectoria y de su enorme trascendencia en el mundo del tenia mundial y que fuera justamente él el que propusiera jugar esa partidillo en la arena sin más pretensión que pasar un rato agradable en la arena luchando futboleramente contra unos 'pollos' valencianos que al principio -e incluso al final- del partidillo no salían de su asombro de la normalidad más absoluta que acompaña a Rafa Nadal en todo lo que hacía y en todo lo que decía. Un 'crack' mundial contra unos chavales de Valencia en una cala de una isla de Baleares jugando a fútbol sin más pretensión que pasar tranquilamente el rato sin ningún problema. La anécdota queda ahí y de alguna forma también queda reflejado el carácter de este tipo que lo encumbra todo y parece hecho de una pasta especial. Buen rollo y gran carácter a partes iguales.
TIENE MI APLAUSO
Ya en este caso, en el caso de ir a ayudar a Sant Llorenç y que ha dado la vuelta al mundo yo solo puedo aportar mi admiración y gratitud para un tipo que lo es todo en el mundo del deporte pero que no para de darnos lecciones de humanidad, una tras otra, demostrando que el día a día es para la gente buena y competitiva, y que en el fondo todo lo que hace Nadal parece no ser nada del otro mundo pero él, a ese otro mundo, le oferta un cariño y una normalidad fuera de lo normal y de lo común. Yo me quedo con este historia y con ese partidillo de playa que jugó Nadal años atrás contra unos jóvenes valencianos para sorpresa alucinante de los nuestros. Un tipo así merece la pena y es un ejemplo como humano a todos los niveles. Este artículo es por eso. Por darle un aplauso por lo que hizo en Sant Llorenç y por ser un tipo tan normal en su día a día por el mundo. Le aprecio tanto que incluso no me importa que sea del Madrid... que ya es decir.