Griezmann mejor jugador de la final
Griezmann, marcó uno de los cuatro tantos logrados por Francia. Además contribuyó en otros dos goles bleus
Albergó el partido inaugural el pasado 14 de junio, en el que Rusia se impuso por 5-0 a Arabia Saudí y también será el escenario de la final el próximo 15 de julio
VALÈNCIA. El estadio Luzhniki, donde España jugará este domingo el partido de octavos de final ante la selección anfitriona, es la auténtica joya de la corona del Mundial 2018.
Con capacidad para 81.500 asientos y conocido como estadio Lenin hasta la caída de la URSS en 1991, albergó el partido inaugural el pasado 14 de junio, en el que Rusia se impuso por 5-0 a Arabia Saudí y también será el escenario de la final el próximo 15 de julio.
Allí también se jugó el sorprendente Alemania-México, en el que el cuadro azteca venció por 0-1; el Portugal-Marruecos, con triunfo luso por 1-0 con tanto de Cristiano Ronaldo; y el único 0-0 hasta ahora, en el Dinamarca-Francia.
Queda por disputarse en el coliseo moscovita este partido de octavos de final, la segunda semifinal y la gran final.
Es uno de los dos estadios que conservaron sus fachadas históricas junto al de Ekaterimburgo. Tras su remodelación, el Luzhniki ya es sólo estadio de fútbol, ya que se ha retirado la pista de atletismo que albergó los Mundiales de 2013 e incluso los Juegos de 1980. De hecho es parte del complejo olímpico de dicho nombre, situado a unos cinco kilómetros al sudoeste del Kremlin.
El Luzhnikí, donde se jugó en 2008 la única final puramente inglesa de la Liga de Campeones entre el Manchester United y el Chelsea, aún conserva su legendaria estatua del fundador de la URSS, Lenin, que es uno de los monumentos más fotografiados del Mundial.
Griezmann, marcó uno de los cuatro tantos logrados por Francia. Además contribuyó en otros dos goles bleus
Modric, como le ocurrió el pasado Mundial de Brasil 2014 al argentino Leo Messi, recibió el reconocimiento un tanto triste tras haber perdido la final, ante Francia (4-2)
El 12 de julio de 1998, Didier Deschamps capitaneó el primer éxito mundialista del equipo de Francia. Veinte años y tres días más tarde, ya como seleccionador, dirigió brillantemente la segunda conquista gala