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13 de noviembre / OPINIÓN

El feliz insomnio del semifinalista

4/02/2021 - 

Estas líneas las empiezo a escribir a la 1:35 de la madrugada y aún en una nube. Una resaca dulce. De esas noches que es imposible conciliar el sueño. No importa. Insomnio y unas semifinales casan perfectamente. Merece la pena después de todo lo vivido. Tumbado en la cama, con los auriculares puestos y escuchando en bucle la narración del gol de todos los compañeros que han tenido el privilegio de presenciar en directo la machada, abro el bloc de notas del iPhone para describir una noche épica, dejarme llevar por el corazón y enterrar por un momento la ‘turra’ de la exigencia y la autocomplacencia de cada #13denoviembre. Esa sensación de locura. De orgullo absoluto. De agradecimiento. De mostrar más que nunca un sentimiento que hay que vivirlo para comprenderlo. Porque nos lo merecemos. Porque somos diferentes. Porque molestamos y seguiremos dando por saco. Porque no nos entienden y entre nosotros a veces tampoco. Eso es el Levante. Podéis uniros a esta locura. Siempre hay hueco para ‘granotinizar’.

No recuerdo un día que el móvil me hirviera tanto. Ni los partidos del ascenso, ni la clasificación para la Europa League en aquel 3-0 al Athletic, ni tampoco en la victorias a Real Madrid, Barcelona o al Valencia en el Ciutat. Por la mañana escribía en Twitter sobre la ilusión del día especial, sobre la posibilidad de dar un salto enorme en el crecimiento como club y le pedía al equipo que lo hiciera posible. Y me (nos) ha hecho caso. No podía ser de otra forma que con sufrimiento hasta el extremo, haciéndole una ‘pedorreta’ al yunque y con mascletà final.

Hacía mucho tiempo que Orriols no sentía ese cosquilleo de ambición entre tanta incertidumbre que nos rodea. Porque el fútbol tiene la capacidad de iluminar en los momentos más oscuros. Porque incluso desde la tele, en esta realidad sin público ya desde hace mucho tiempo, el Ciutat enloqueció con el gol de Roger como si estuviera a reventar. Eran los gritos de los que estábamos en casa y corríamos como locos por el comedor (como en mi caso) y haciendo que mi vecina llamara a la puerta preguntando si me había pasado algo. Era el minuto 120 y en los 119 anteriores, el equipo nunca se desconectó, siempre estuvo metido en la pelea, sabiendo sufrir, creyendo en una idea que era arriesgada y aprovechando su momento en el último instante de la prórroga. Tenían que ser Morales y Roger los que fabricaran un tanto que ya es historia, que quedará para siempre. El Comandante y el Pistolero. Zipi y Zape. Únicos e irrepetibles. La enésima demostración de orgullo y compromiso. Pero hay que ser justos y extender el éxito a más triunfadores, sobre todo a tres: Dani Cárdenas, Sergio Postigo y Paco López.

“Gracias por el regalo que nos habéis hecho. Enhorabuena”. Ese fue el primer mensaje con estructura y coherencia que envié tras el partido. Fue a Paco. Mientras escribo estas líneas aún no me ha contestado. Lo entiendo perfectamente. Su “abrazote” virtual lo tendría cuando despertara. Entre compromisos con los medios de comunicación por ser el responsable de una clasificación a semifinales más de 80 años después y las muchísimas felicitaciones que iría recibiendo, su móvil debió ser una locura de magnitudes inexplicables. Me alegro mucho por él. Siempre abogando por el concepto EQUIPO y sin sus dos hombres más en forma de inicio. Una decisión que impactó, que puedes compartir o no, pero el premio ahí está. Chapeau. Las emociones entierran cualquier análisis táctico. Ni esquemas ni personalizar rendimientos. Para las semifinales volverá a generarse el mismo debate, pero ya tendremos tiempo. Salga bien o mal, lo importante es tener un plan. Al margen de las opiniones futboleras, que están y estarán, nos une la pasión a unos colores, la fidelidad a un escudo que prevalece por encima de todo. La de Paco es la historia del currante, una demostración de superación. Con sus errores y aciertos (muchísimos más), sobreponiéndose a carros y carretas, siendo inmune a todo lo que le podía desestabilizar y más escudo de lo que debería. Este exitazo no es fruto del azar. Un trayecto de 119 partidos oficiales que empezó el 10 de marzo de 2018 con la victoria en Getafe. Aquel Levante estaba muerto y lo resucitó. Es el triunfo de una idea. Aún recuerdo a esos que decían que Tito estaba loco por apostar por un entrenador sin experiencia en la máxima categoría.  

Disfrutemos del momento y no dejemos de soñar porque mola mucho. Y hasta nos podemos flipar, que estamos entre los cuatro mejores de Copa y hay licencia para todo porque nos lo hemos ganado. Tras el glorioso zurdazo de Roger, el post partido fue una gozada entre audios masivos de efusividad, de exaltación del levantinismo, de orgullo granota. Muchísimos mensajes y llamadas. Mientras contestaba no dejaba de pensar en la traca que se hubiera liado con todo el mundo en el estadio, como siempre, con esa fidelidad que nos caracteriza. Y con tantísima gente a la que hubiera abrazado como a mis tíos Pedro y Gaspar, a los que les hubiera dicho, seguro que entre lagrimillas, que prepararan las maletas para las semifinales porque nos iríamos con mi padre y mi hermano al destino que el bombo nos marcara. 

Son casi las 2:30 de la madrugada y ya empiezo a tener sueño. Habrá que cerrar la paraeta. Pero aún me queda energía para dar algún ‘me gusta’ en Twitter y recibir otros tantos. La última imagen con la que me quedo y mejor resume la barbaridad de los ‘Crazy Frogs’ es la de las lágrimas de Morales. ¿De verdad que va a ser la última temporada del Comandante en el Levante? Que el ‘11’ no esté renovado es algo que debe ser subsanado de inmediato. Ni entro en la postura de uno ni de otro. Ni en sus números que son incuestionables. No es necesario añadir nada más. La realidad habla por sí solo. Cada día sin una solución es una puñalada dolorosa. Es imposible encontrar a un futbolista como él. Mi respeto eterno al capitán que ha llevado al club que lleva en su corazón impregnado a fuego a las semifinales de la Copa del Rey 86 años después. Sus lágrimas de emoción son las de todo el levantinismo que quiere con unanimidad que siga poniendo firmes a los rivales mucho más tiempo. Quico, hazlo posible.

Son casi las 3. Es hora de irse a dormir. Voy a soñar con la final.

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