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opinión

El fin de los jugadores perezosos

16/05/2019 - 

VALÈNCIA. El Valencia sobrevive en un estado de épica y agotamiento de tal calibre que los jugadores en lugar de estar de pie necesitan sentarse para dar entrevistas tras los partidos. El juego de la silla. Quien no se siente no va a la final de Sevilla. Marcelino nos recuerda que los suyos han jugado un número de partidos tendiendo al infinito. Diablos, debe ser el único equipo del mundo que llegó vivo a final de temporada en tres competiciones. El reto para el Valencia 2020 también es psicológico: interiorizar que el tiempo de hacer una plantilla concentrada en una sola competición ya ha pasado.

Marcelino, tras el 3-1 del domingo, creó atmósfera de rueda de prensa con manifiesto. Un género que nos chifla y que señala fases precisas de nuestra historia reciente. Del ‘nos quedan dos meses de aguantarnos’ al ‘fuori’ pasando por las arengas ‘a full’. ‘Pareces enfadado’, le sugirieron a Marcelino.

Su capacidad para abordar la inteligencia ambiental sobresale. Bordeando la Champions y tras una semana anterior repleta de dudas, era justo el momento de reivindicar al grupo. Tal vez no es necesaria la sobreactuación: se puede reconocer la valía de este equipo sin auparlo a hecho histórico. Quienes creemos en su mérito y quienes opinan que una temporada así está dentro de la normalidad, pueden converger. 

Tanta emotividad, tantos jugadores viviendo al límite de sus propios esfuerzos, ha acabado por configurar una percepción. Este Valencia es honrado. Cuando las clasificaciones para Champions se sucedían de manera casi burocrática, no había margen para demasiadas filiaciones con el equipo. Siempre desprendía sensaciones de autosuficiencia, de regular los esfuerzos, combinadas con la presencia de un puñado de desahogados. 

El entrenador García Toral tiene una máxima interna: haz que parezca y acabará sucediendo. Al posible cuestionamiento por una plantilla justa y debilitada en determinadas posiciones ha sabido darle la vuelta hasta llegar a este Valencia que se sobrepone a sus propias carencias, a sus dificultades.

El manifiesto marcelinista se ha hecho realidad. Es difícil enumerar jugadores perezosos. ¿Cuánto tiempo hace que no hablamos de la ‘necesidad de hacer limpieza en el vestuario’, de ‘quitarse lastres que intoxican al grupo’? ¿Es que no los hay o es parece que no los haya?

Otro check a favor de Marcelino. Lo peor que se puede decir de estos tipos es que no pueden, pero difícilmente se podrá decir que no quieren. Con la tentación de dejar caer la temporada, de abandonar a su suerte al entrenador, de priorizar competiciones, escogieron todo lo contrario. La temporada que viene ya no valdrá solo con la actitud. Hasta entonces, es mucho. 

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