VALÈNCIA. Los derechos de autor son de Manolo Montalt, que decidió bautizar así a Dimitri Foulquier para las narraciones de los partidos del Valencia CF en 90 Minuts. Cuando se acerca el pitido inicial, a falta más o menos de diez minutos, Montalt atruena con su garganta de barítono recitando el once inicial. Ojo con que no le des paso antes de esa frontera temporal de 10 minutos antes del inicio porque empieza a renegar y a moverse furioso como un jabalí en cautiverio. Pepe Pla sabe a qué me refiero.
Pero ya está bien de Montalt. El protagonista de estas líneas es el señor Dimitri Foulquier. Bordalás, el Benjamin Button de los banquillos de LaLiga, lo llamaba Fulki en Paterna y en el vestuario adoptaron ese apelativo cariñoso.
En 90 Minuts ahora y antes en El Matx, Fulki es El increíble Fulk. Su club de fans ha ido ganando adeptos conforme ha pasado el tiempo desde que llegó en agosto de 2021. "Tiene criterio, recorrido y condiciones físicas. Para jugar por delante le faltan cosas, porque no tiene desborde ni calidad en el uno contra uno. Pero llega por trabajo y rapidez. Es similar a Correia, aunque Foulquier defensivamente es superior al portugués", me explicó en aquel momento José Luis Oltra, actual segundo entrenador del Sevilla FC, que coincidió con el de Guadalupe en el Granada CF. "A lo mejor en otro momento, con el equipo compitiendo por cotas más altas, te diría que sería un buen complemento y no uno para ser protagonista, pero, ahora mismo, te puede aportar más cosas", agregó Oltra, un buen tipo.
Esa reflexión es interesante. En otro contexto de club Foulquier no hubiera fichado por el Valencia, pero en los años decadentes de Meriton Holdings en el gobierno de Mestalla ese perfil es el que se ha impuesto en la mayoría de casos. Su falta de calidad técnica la suple con honradez y entrega. Es honesto y cumple. Compite mejor o peor, pero compite. Más como él.
Ocurre, además, con El increíble Fulk que parece que juegue con la bota derecha imantada y que el balón del partido incorpore algún elemento metálico que lo dirija hacía los pies del lateral. Fijaos. Cuando por su potencia supera líneas y aparece en tres cuartos de campo la pelota, caprichosamente, suele dirigirse hacia él. Entonces, generalmente, la jugada acaba en algún mal centro, pero acto seguido sucede lo mismo y el balón vuelve a encontrarlo y así en muchas fases del partido. La pelota ama a Fulki aunque el jugador, a veces, no le dé cariño.
Pero pese a sus limitaciones técnicas y lo tosco de su fútbol cuando se incorpora al ataque, Foulquier este curso se ha convertido en un especialista defensivo. Si cuando se dispara por el carril, muchas veces, muestra sus carencias, en defensa es tan invulnerable como el gigante verde y radioactivo de los cómics de Marvel.
Hay dos partidos por los que se le recordará cuando concluya esta temporada: el del Athletic Club de la jornada 21 y el del pasado fin de semana ante el Real Madrid. Nico Williams, en su pico de forma este curso, apenas la olió en Mestalla con Fulki convertido en su sombra. Su partido fue magnífico, clave en la victoria del once del murciélago.
El sábado frente el Real Madrid se aplicó ante otro elemento desestabilizador -hablo de fútbol, aunque se podría aplicar a su personalidad- como Vinicius. Es cierto que perdió de vista la marca del brasileño, falso profeta en la lucha contra el racismo, en el segundo gol porque estaba pendiente del balón, pero su partido fue satisfactorio.
Hasta la ceja izquierda de Carlo Ancelotti tomó altura en la rueda de prensa posterior al partido para referirse a Fulk. "Vinicius ha sido más efectivo dentro del área que fuera. La verdad es que Foulquier ha hecho un partido sobresaliente contra él. Lo ha marcado muy bien", dijo Carletto.
Foulquier este curso es El Increíble Fulk, un jugador que parece incómodo con el balón en los pies, pero que se transforma en un gigante verde y furioso cuando la bola es del contrario. Un padre.