OPINIÓN

El Logroñés está decepcionado, el Logroñés no tiene la culpa

16/01/2020 - 

Seguramente solo unas pocas palabras al viento. Seguramente suficientes para seguir contribuyendo a un estado disparatado de las cosas.

Al Logroñés le ha tocado el Valencia -o al revés- iniciando un torrente de bromas viejunas en torno a ‘gol en las Gaunas’, tanto que si Amadeo Salvo fuera riojano tendríamos montada una crisis de estado.

El sorteo de Copa entre humildes y no humildes provoca una de las imágenes más pavorosos del fútbol español: vestuarios inflamados en celebración porque les ha tocado en ronda el rival que más difícil les va a poner la eliminatoria. El Logroñés, pudiendo aspirar a rivales más mayúsculos, no celebró demasiado el emparejamiento. "En el bombo -dijo su director deportivo- había rivales más atractivos. Queríamos que nos tocase un equipo de los denominados grandes; pero bueno, nos enfrentamos a otro histórico como es el Valencia".

¡Si es el campeón de Copa! Sí, ya, pero bueno… Si es uno de los cuatro clubes más históricos de la Liga… Sí, ya, pero bueno. Si Logroño y el Valencia tienen un pasado de transacciones especialmente fértil… Sí, ya, pero bueno.

El director deportivo del Logroñés no tiene, claro, culpa alguna en su pensamiento. La conformación de una Liga a dos velocidades -con una tercera vía justificativa de la diversidad, el Atlético- ha acabado por convertir en yermo mental todo aquello que no tenga que ver con Madrid y Barça. Hace unos días veía la portada efeméride de cuando Romario llegó y Valencia y las taquillas se abarrotaron antes del primer partido de verano. El Marca, en portada, traía comomimagen central las colas de espectadores. La expectación “en uno de los grandes de España”.

¿Sucedería ahora? Ya no parece ni tan siquiera el mismo país, con una realidad al frente tan radicalmente polarizada que una competición de méritos previos, como la Supercopa, despoja sin miramiento la igualdad en la recompensa. ‘El Valencia denunciará el agravio económico’, de anuncia. Pero debería elevar el pensamiento y reformular su posición ante un agravio sistemático.

De agravio en agravio hasta que el campeón de Copa visita un Segunda B y es recibido con lamento por no haber tenido al Madrid o Barça. “Había rivales más atractivos. Queríamos que nos tocase un equipo de los denominados grandes”. Evidentemente es un pensamiento comprensivo. 

Hay pocos motivos para no ser pesimistas ante un fútbol español convertido en oligopolio donde los que soplan también sorben. El resto, despojos. 

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