/ OPINIÓN

El medio siglo de la palomita

24/12/2021 - 

VALÈNCIA. Una de las características mágicas del arte es la de transformar en eterno lo eventual, en elevar a la categoría de mito anécdotas banales, hacer memorables hechos que, de otra manera, no habrían merecido ni unos días de recuerdo. Como se expresa en 'El hombre que mató a Liberty Valance', entre la realidad y la leyenda, vale la pena publicar la leyenda, porque eso hará que los hechos tengan más vida en las generaciones posteriores.

El 19 de diciembre de 1971 se jugó un partido que, si no hubiera sido por la literatura, no habría pasado de ser un derbi más de la ciudad de Rosario. Aquel día se disputó la semifinal del Campeonato Nacional Argentino de 1971 en el Monumental de Buenos Aires entre Rosario Central y Newell's Old Boys, los dos enconados rivales de la ciudad de la provincia de Santa Fe. Fue un partido muy igualado que se decidió gracias a una jugada sorprendente: a los nueve minutos de la segunda parte, un centro desde la derecha de José González lo remató de cabeza Aldo Poy, el delantero centro de Central, para batir la portería de Fenoy. No fue un remate académico, porque Poy atacó la pelota en un vuelo extraño, como lanzándose a por ella, en un movimiento que se conoció desde entonces como la “palomita”. Aquel gol sirvió para que el conjunto “canalla” accediera a la final, pero nadie que no sea seguidor de Central recuerda que el partido decisivo lo ganó a San Lorenzo. El encuentro ante Newell's y la palomita de Poy son el epítome de aquel título.

La culpa de todo eso la tuvo Roberto Fontanarrosa, el escritor argentino e hincha de Rosario que publicó en 1982 un cuento titulado como la fecha de tan trascendental partido: '19 de diciembre de 1971'. Con el choque entre canallas y leprosos como marco referencial, la obra cuenta la historia del Viejo Casale, un anciano seguidor de Central con fama de dar buena suerte a su equipo al que unos jóvenes raptan para llevárselo como amuleto viviente a la cancha de River, donde se jugó aquel encuentro. El relato de Fontanarrosa tiene una importancia capital en la literatura futbolística, ya que convirtió aquel partido y aquel gol en uno de los más célebres de la historia del balompié. Ni Poy, un nueve muy de su tiempo que  apenas llegó a jugar dos partidos en la selección argentina, ni aquel equipo de Central, muy inferior al que dos años después ganó de nuevo el Nacional con Kempes como figura, habrían pasado a la historia si no hubiera sido por la aventura delirante del Viejo Casale en el Monumental. Pero, además, '19 de diciembre de 1971' abrió una vena en los relatos sobre fútbol al transformar la pasión balompédica en el motor de una historia de ficción que transcurre durante un partido real. Desde entonces, la feliz muerte de Casale en el estadio bonaerense ocupa en mismo lugar en la memoria colectiva que la palomita de Aldo Poy. Desde entonces, decenas de escritores han copiado el modelo de ficcionar una realidad futbolera para convertir las hazañas de su equipo en legendarias y, en consecuencia, eternas.

El pasado domingo se cumplieron cincuenta años de la palomita de Poy. Sin embargo, el hito se festeja cada año de forma singular. En muchos lugares del mundo, entre ellos Barcelona, la comunidad canalla se reúne para cocinar y compartir un asado, organizar una pachanga de fútbol y reproducir, una y mil veces, el remate imposible de Aldo Poy. Incluso en ocasiones invitan a Poy para que recree su gol más célebre, pese a que el exdelantero tenga ya 76 años y su mayor riesgo lo corra ejerciendo como concejal del ayuntamiento de Rosario. Poy ya no está para muchas palomitas, pero sigue imitando aquel vuelo cada año aunque el Viejo Casale no lo pueda ver más.

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